Sin plataformas ni taco aguja, un proyectil contra cualquier forma de estructura jerárquica
Creo que, entre quienes estamos todos los días, horas, y minutos de nuestras vidas pensando en subvertir y socavar este sistema capitalista patriarcal heteronormativo que nos oprime hasta con los zapatos que nos obliga a usar, nos debatimos entre distintas opciones para generar vínculos con quienes luchan por lo mismo.
Algunas personas creen que necesitamos de una estructura bajo la cual acurrucarnos y sentirnos segurxs de nuestras posiciones ante la vida, como la de los partidos de izquierda, que incluso tienen alas en torno a los intereses de las mujeres o minorías sexuales, y donde se dice practicar (¡oh, maravillosa holofrase!) el “centralismo democrático”. Sin embargo, muchas veces esta búsqueda de cobijo no es más que la otra cara de una debilidad que nos somete a una “verdad” que nosotrxs vemos pero que no podemos, aún, elaborar. Por ello preferimos, por nuestra propia seguridad –y por qué no, comodidad-, acatar.
Ahora bien, ¿alguna vez nos preguntamos qué sucede con nuestras opiniones cuando nos sometemos a esas estructuras jerárquicas autoritarias y su “centralismo democrático”? ¿Pueden nuestras voluntades, nuestras personalidades, nuestras inquietudes e interrogantes desarrollarse plenamente siendo parte de ellas? Muchas veces adherimos a discursos que afirman que estas estructuras jerárquicas y autoritarias son democráticas, porque su sistema y plataforma así parecen contemplarlo, con supuestos canales que permiten la expresión de todxs lxs que conforman esa estructura. Sin embargo, hay abundantes ejemplos históricos probados que muestran cómo esa forma organizativa conlleva necesariamente a la burocratización y su consecuente aplacamiento de las opiniones y voces más sutiles, y singulares, especialmente de las mujeres, y ni que hablar de otras expresiones de género, si es que realmente pueden habitar dichos espacios de militancia (¿o limitancia?).
No obstante, si nos comenzamos a plantear formas de organización plenamente horizontales y libertarias, nos vemos ante uno de los problemas ya analizados por Jo Freeman, es decir, la tiranía que puede provocar la falta de estructuras. Esta es una cuestión que lxs anarquistas nos debemos plantear todos los días para poder actuar espontáneamente cada vez. Se ha discutido que la falta de estructuras puede hacer que nos sojuzguen las personalidades. Pero, ese es el gran desafío y un estímulo permanente para adquirir aquello que nos quitaron al nacer: la personalidad. Es ese misterio que hace que una legión de seres distintos, actuemos en consecuencia, sin importar nuestro origen ni nivel de opresión, que igual siempre es mucho. Lo importante es contagiarnos la necesidad de quitarnos todo tipo de presiones, sentir que todo nos pica, y desvestirnos para liberarnos de ese dolor. Desde chic*s, nos enseñan cómo ser normales y convivir en sociedad, como una forma de bajar la cabeza y someternos constantemente a distintas instituciones que habitaremos a lo largo y ancho de nuestra vida. Y los partidos no están exentos de esta máxima.
Entonces, ¿usaremos estructuras jerárquicas y autoritarias para socavar al sistema? Como dijera la feminista negra, lesbiana y poeta Audre Lorde, “las herramientas del amo no ayudarán a desmantelar la casa del amo”. Las estructuras autoritarias y verticales reproducen lo que queremos combatir, es decir, la autoridad y la jerarquía. Quieren hacernos creer que el centralismo democrático permite “la posibilidad absoluta para el partido de discutir, criticar, de expresar su descontento, de elegir, de destituir…”, para decirlo con palabras del mismo León Trotsky, y que así todas las voces son tenidas en cuenta. Pero esto no es más que un discurso que oculta que, en los hechos, se sostienen formas de relaciones jerárquicas y autoritarias porque hay integrantes que tienen “el saber”, contacto entre sí, o tiempo libre suficiente, con lo cual los canales supuestamente democráticos quedan obsoletos.
Estoy a favor de otra forma de organizarnos, donde exista una lucha y esfuerzo constante para establecer otros modos, distintos, donde las personalidades no sojuzguen, sino que aporten y crezcan. Tu destino está en l*s otr*s. Quienes creen insultarnos cuando nos llaman individualistas, todavía ostentan prejuicios cristianos. Los individuos somos siempre colectivos. Cada unx de nosotrxs somos fuerzas, sensibilidades, temperamentos múltiples, en situación. Y aunque hayamos sido formatead*s y pasad*s por el tamiz de la estructura social, albergamos también toda la potencialidad que es múltiple, y que solo espera su momento para salir del clóset! Estas individualidades colectivas pueden articularse con otras individualidades colectivas en grupos de afinidad, o círculos íntimos, que más que simplemente un acuerdo ideológico o programa, dogma o canon, implica un intercambio fluido de todos esos elementos más la individualidad colectiva.
Nosotrxs nos organizamos horizontalmente en grupos de afinidad, lo cual nos acerca l*s unos a las otrxs en una confianza y conocimiento mutuo para accionar libertariamente. Las estructuras autoritarias, en cambio, se conforman bajo la forma (ficticia, claro está) de un contrato moderno que presupone individuos libres en una “abstracta igualdad” donde se ejerce una dominación que, como tal, no puede ser menos que jerárquica y autoritaria. La afinidad, ya lo dije, no es un contrato, sino una relación que se construye, se articula y desarticula a voluntad, y que predispone al desarrollo de las potencialidades de quienes la integran. Afinidad es otra forma de vincularnos, distinta de la que nos enseñaron a ser, y una de las formas que Proyectil Fetal encuentra para vivir hoy como nos gustaría vivir mañana.
Tu silencio no te va a proteger.(Audre Lorde)
1 comentario:
Saludos libertarios desde Caracas... adelante con el blog!
Sus compas de El Libertario
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