¿Dónde va el acento?
Para Romina Tejerina, una de nosotr*s.
Para Brandon Teena, uno de nosotr*s.
Algunos compañeros hacen su mea culpa y dicen “la cultura patriarcal arruina más a las mujeres”. Sin embargo, dicho sea esto, como cuando Susanita le decía a Mafalda “que barbaridad!, ahora vayamos a jugar”, frente a la pobreza del mundo, atacan y desacreditan a las activistas feministas. Proyectil Fetal se pregunta, cuáles son los modos y los medios concretos activos actuales para actuar sobre los siguientes problemas, muchos de ellos exclusivos de las mujeres, y otros sólo compartidos por expresiones de género no hegemónicas (travestis, transgéneros, intersexuales), que estas cifras mundiales expresan- porque para hablar de “más oprimidas” hay que saber “cuánto más”:
2 millones de niñas sufren mutilaciones genitales al año ( no hay caso de mutilación genital en varones- excepto en el caso de las personas intersex, trans y travesti, otros de los sexos que el anarquismo testarudamente se niega a contemplar). En la Argentina, la episiotomía a la parturienta – es decir un corte de que va de la vagina al ano- va de rutina en el 90% de los casos, con todas sus secuelas: posibilidad de infecciones varias, anorgasmia femenina, disminución del deseo sexual, problemas de autoestima por el estado en el que la vagina tras la cicatriz.
1 mujer en 4 sufre graves maltratos (físicos y psicológicos) dentro de su hogar
Los maltratos a las mujeres ocurren en todas las culturas, edades, razas, nacionalidades y niveles socio-económicos (si bien podemos decir que algunas mujeres están menos maltratadas que otras, TODAS sufren alguna forma de maltrato que sus pares varones desconocen solo por su asignación biológica)
El maltrato también ocurre entre mujeres , sobre mujeres, contra mujeres, por mujeres.
El 93% de las víctimas de violencias doméstica, física y psicológica, son mujeres.
El 70% de las mujeres asumen haber sido alguna vez maltratadas (el otro 30% no asume su maltrato, que no es lo mismo que decir que no fueron maltratadas). El maltrato es tan natural y está tan naturalizado que las víctimas no pueden ni detectarlo aunque lo padezcan.
El 60% de las mujeres que denuncian golpizas, es porque fueron golpeadas durante su embarazo. El 40% restante no es que no hayan sido golpeadas, pero prefieren no pedir ayuda.
81% de los varones que abusan a sus mujeres, fueron criados en una familia en donde el padre abusaba de la madre.
40% de las mujeres víctimas de tentativa de homicidio conoce a su atacante. Muchas de las mujeres asesinadas, fueron asesinadas por alguien cercano (novio, amante, padre, familiar).
El 80% de las niñas abusadas sexualmente en cualquier forma o expresión de ese abuso, fueron agredidas por alguien tan cercano como su padre y tan lejano como su vecino.
Las golpizas son la mayor causa de heridas en las mujeres. Aunque las mujeres no lleguen a pedir ayuda hasta último momento, las golpizas domésticas mandan a más mujeres al hospital que los accidentes automovilísticos, los asaltos y las violaciones todas juntas. Las golpizas son la causa principal de atención médica a mujeres en sala de emergencia.
Solo 1% de las mujeres golpeadas en el hogar informan el abuso a otra persona.
El 40% de las mujeres golpeadas por sus parejas varones, llevan al menos 20 años soportando abusos y golpizas.
2000 mujeres al año en La Argentina (según la cifra oficial, imaginemos la no oficial!) mueren al año por practicarse un aborto a clandestino.
Las golpizas domésticas, que incluso llegan en muchos casos al homicidio, son el cenit de un abuso que comienza con humillación y maltrato psicológico casi indetectable para las mujeres que hemos sido criadas de tal manera que naturalizamos esa forma de vivir.
La mayor parte de las mujeres que han sido violadas, conoce a sus atacantes.
Hay más posibilidades de ser violada dentro del hogar que fuera del hogar.
Las mujeres con modelos estéticos contra-hegemónicos (pelo corto, no depiladas, ropas que la moda considera inadecuadas, no tan flacas, más masculinas) han sido agredidas físicamente menos que las otras mujeres, fuera de su hogar, y más dentro dentro su hogar. Los violadores callejeros buscan mujeres de pelo largo, según informa la estadística. Es más fácil asir a una mujer de pelo largo, por su cabellera.
En la Argentina, 60% de los partos institucionalizados son por cesárea, con todas sus graves implicancias para la salud de la madre y sus vástagos, sólo or cuestiones monetarias: los médicos reciben más dinero.
La violencia contra las mujeres no discrimina clase, ni raza, ni nivel educativo.
El cuerpo de la mujer todo, y no sólo su capacidad de ser fuerza de trabajo, es un gran negocio.
Las mujeres somos preparadas en nuestros hogares, por nuestras madres y padres, y en la escuela, en los medios y en la calle para aceptar con agrado la humillación, que comienza con aquello que much*s llaman “piropo” o “cumplido” , y que pueden ser el principio de un camino sin retorno que muchas veces termina con la golpiza o la muerte. Somos educadas para callarnos, ser silenciosas, temerosas, buenas, dóciles, serviciales, limpias, bellas, educadas, con buenos modales, querer contemporizar. Estamos impregnadas y enfermas de romanticismo y los valores del viejo humanismo que desbarrancó a la humanidad en los últimos 2 siglos.
El amor tampoco nos protege. Muchos de nuestros atacantes es gente, que de una manera enferma y extraña, nos “ama”. En muchos casos, nuestros atacantes, no pueden resistir su impulso destructor sobre nosotras. El amor nos juega en contra a la hora de salirnos de estas situaciones, dónde va el acento: “Ay, amor! Hay amor.”
Los varones que atacan, pegan, violan, matan, a sus mujeres, a las mujeres (y otras expresiones de género no hegemónicas), no son simples “enfermitos”, “alienados”, o casos excepcionales porque los varones han sido inculcados con estos valores de superioridad sobre todas las otras expresiones que existen en el mundo. Eso no los hace nuestros enemigos naturales, ellos no son biológicamente así, la biología no es nuestro destino, ni nos determina; pero sin un férreo análisis e introspección ya mismo por su parte cometerán, o están cometiendo ahora mismo, algún tipo de acto abusivo, el cual les será natural y hasta indetectable.
Podemos seguir pensando, como hace el troskismo, “cuando llegue la revolución todo eso cambiará”, pero el maltrato es ahora, y no tenemos garantías de que nuevas formas de organización no lleven dentro de sí el germen del este daño heredado, que hoy habita este mundo.
Los modos y las maneras de abordar los objetivos implican organizarse en torno a prioridades dadas por la extrema violencia en la cual algunas de nosotras somos sometidas a vivir, situación de la cual no saldremos sin el concurso de todos ustedes varones y todas nosotras mujeres y tod*s ustedes expresiones de género no hegemónicas.
Nuevas formas de interacción entre individu*s para un nuevo mundo que ya empezó.
Hagámoslo cuerpo carne y sexo:
Lo personal es político.
El varón no explota a la mujer.
El estado (en cualquiera de sus formas), el patriarcado (que se expresa sobre cualquier orientación de género) y el capitalismo explotan y oprimen a todas las mujeres, a unas más que otras.
El feminismo no es uno solo, único, univoco y reducible a una sola idea o voz o acción. El anarquismo no tiene que estar de acuerdo con todos los feminismos. Pero su vitalidad depende de poder tener prácticas feministas hoy.
NO HAY SOLO DOS SEXOS, como nos han hecho creer. Hay muchos más. Y los otros sexos no reconocidos por la lógica binaria actual están más oprimidos que muchas mujeres de ciertas clases sociales hegemónicas.
Los feminismos no son un invento moderno, o una moda. Las cabezas de las mujeres rodaron guillotinadas por el mismo estado revolucionario francés , durante la revolución francesa, cuando reclamaron que sus derechos estuvieran contemplados en la Carta de los derechos del Ciudadano. Como la palabra lo indica, “ciudadano”, contemplaba solo a los varones, y por ende las mujeres reclamantes, otrora consideradas revolucionarias por sus pares varones, fueron asesinadas como el mismo método que los nobles. De lo cual se desprende, el lenguaje nos habla, nos dicta, nos maneja. Si decimos “ciudadano” puede ser que haya quien no este incluid* en ese término. El día que Carlos Menem dijo “flexibilización laboral”, cuando claramente se trataba de retroceso y precarización de las condiciones de producción y los derechos de la clase proletaria, ganó, mediante la instauración de los términos del debate, gran parte de la batalla.
La mujer y el varón, obviamente, no tienen los mismos problemas. Quien no quiera ver esto está ciego.
La vida tiene el potencial para ser mucho más que “pan, techo, tierra, pareja, procreación”
Ontologicamente iguales, ontologicamente no idénticos. Actualmente desiguales. No estamos hoy ahora ya mismo al mismo nivel quien perpetra la mutilación y quien la padece.
Anarco feminismo para combatir la opresión y socavar las condiciones de posibilidad de la desigualdad.
La cultura que poseemos nos posee. La violencia doméstica nos domestica.
¿Dónde va el acento?
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