sábado, 31 de mayo de 2008

Intersexualidad y derechos humanos



El Observatorio “Intersexualidad y Derechos Humanos” de Mulabi, así como las organizaciones y personas abajo firmantes, manifiestan por la presente su profunda preocupación ante la noticia publicada el pasado 15 de abril en el diario La República y reproducida con posterioridad en distintos portales electrónicos. La noticia en cuestión da cuenta del “fallo judicial” que “autorizó reasignar sexo y nombre de una niña hermafrodita”, quien habría sido asignada como varón al momento de su nacimiento, acaecido en el año 2004.


Dicho fallo fue antecedido por el hallazgo de órganos femeninos internos y por la realización de una intervención quirúrgica destinada a feminizar sus genitales de apariencia masculina, la cual fue realizada en el hospital Garraham de la ciudad de Buenos Aires. De acuerdo a la noticia, habrían estado en juego tanto la “verdadera identidad” de la niña, como su salud, comprometida por el desarrollo de “genitales masculinos causando el consecuente trastorno hormonal”. El fallo judicial en cuestión habría sido agilizado mediante la gestión del Defensor de Pobres y Ausentes de Corrientes, Dr. Enzo Di Tella, a instancia de la madre de la niña.


Tres son, a nuestro entender, las cuestiones precisadas de revisión urgente: En primer lugar, la identificación normativa del derecho a la identidad con la configuración de los genitales. Una vez detectada mediante estudios clínicos la presencia de órganos sexuales femeninos, y decidida la reasignación al género femenino, el cumplimiento pleno del derecho a la identidad no requiere de modo alguno la modificación quirúrgica de los genitales –en este caso, de la reducción quirúrgica del tamaño del clítoris. En segundo lugar, la cuestión del consentimiento. A pesar de las indudables buenas intenciones de todos los involucrados, la cirugía propuesta no deja de ser un procedimiento no consentido por la niña en cuestión. Esta falta de consentimiento se ve seriamente agravada por el carácter médicamente injustificado y las consecuencias mutilantes de la intervención quirúrgica realizada. En tercer lugar, el rol del Estado.


La noticia involucra en este proceso a distintas instancias oficiales –un hospital público, una Defensoría de Pobres y Ausentes, un tribunal de justicia. Todas instancias aparecen comprometidas de modo genuino con el bienestar de la niña, pero ninguna se comprometió, en definitiva, con la defensa de su integridad corporal y su autonomía decisional ni fue capaz de reconocer su carácter de sujeto de derecho, como no fuera del “derecho” a ser sometida, a los cuatro años, a un procedimiento quirúrgico tan irreversible como innecesario.


En cuarto lugar, el status de la diversidad. Solo la más cruda desvalorización social de la diversidad corporal puede justificar la violación de la integridad corporal y la autonomía decisional de esta niña. Al describir su cuerpo en los términos de una “malformación de la naturaleza” que no sólo amenaza su derecho a la identidad sino también su “integridad física y psíquica”, la intervención quirúrgica realizada parece no sólo necesaria, sino también imprescindible. Ese tipo de descripciones fuertemente desvalorizadas produce y naturaliza una diferencia que no es corporal, sino ética –la misma diferencia que instala la cirugía cuando mutila en nombre del cumplimiento de un derecho. La sociedad argentina ha demostrado en los últimos años un compromiso decidido con la afirmación del derecho a la identidad. En esta afirmación se incluyen, por ejemplo, la recuperación de la identidad de jóvenes sustraídos en su primera infancia por la Dictadura Militar el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, los cambios de identidad de quienes se identifican en un sexo distinto al que se les asignaran al nacer y la lucha por el reconocimiento social y legal del travestismo como una identidad en sí misma.


Sin embargo, el derecho a la identidad no puede ser confundido con el derecho de la sociedad a imponerle a una niña el cumplimiento un determinado promedio corporal a fin de reconocerla como tal, ni puede tener como precio el cercenamiento de decidir de manera libre e informada acerca de sus opciones en el futuro. El artículo 18 inciso B de los Principios de Yogyakarta –cuyo título es la protección frente a abusos médicos- establece que los Estados “adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas y de otra índole que sean necesarias a fin de asegurar que el cuerpo de ningún niño o niña sea alterado irreversiblemente por medio de procedimientos médicos que persigan imponer una identidad de género sin el consentimiento pleno, libre e informado de ese niño o niña de acuerdo a su edad y madurez y guiado por el principio de que en todas las acciones concernientes a niñas y niños se tendrá como principal consideración el interés superior de las niñas y los niños”.


La Corte Constitucional de Colombia afirma, en tanto, que “los estados intersexuales interpelan entonces nuestra capacidad de tolerancia y constituyen un desafío a la aceptación de la diferencia. Las autoridades públicas, la comunidad médica y los ciudadanos en general tenemos pues el deber de abrir un espacio a estas personas, hasta ahora silenciadas”.


El mejor interés de niños y niñas nunca puede coincidir con la mutilación de sus genitales –una mutilación que al tener lugar en sus cuerpos mutila sin cesar el mundo en que compartimos.


Mauro Cabral


Observatorio Internacional “Intersexualidad y Derechos Humanos” Mulabi – Espacio Latinoamericano de Sexualidades y Derechos


mauro@mulabi.org

en la foto las bailarinas fransheska y fernanda de gay sin fronteras son trajes tipicos salvadoreños

domingo, 4 de mayo de 2008

Ojo de loca no se equivoca; Un huevo no es pollo



Por: Pedro Lemebel, puto bien puto



Algo hay que decir, al menos desatar la ira frente a la impudicia de cinco momias del Tribunal Constitucional que se arrogan el derecho de apoderarse del cuerpo de la mujer para decidir sobre sus proyectos fecundatorios.Pareciera que después de tanto andar en el difícil trayecto de la liberación, ciertos proyectos de identidad que creíamos ganados son remitidos a la mazmorra feudal del catolicismo inquisidor. ¿Pero quiénes hablan de la vida y la familia con la boca llena de espermios vinagres? La misma derecha miliquera cómplice del crimen a mansalva…¿Quién habla de la vida y pone los ojos blancos mirando al Altísimo? El mismo prelado al que se le espumea la boca negando el condón, que es el único salvoconducto en la frontera del sida. ¿Acaso, señor eclesiástico, su celibato pedófilo es más recomendable? Tal complicidad retrógrada entre los magistrados y la curia violenta el derecho que tiene toda mujer a decidir sobre su cuerpo. Si no eres dueña de tu cuerpo, mujer, ¿de qué mierda eres dueña? Mujer pobre, mujer proleta, mujer obrera, cansada de trabajar, lavar, educar, amamantar a la prole que, según estos beatos, te manda Dios. Como si Dios te diera un bono de mantención para la crianza. Como si los críos vinieran con una beca divina. Mira tú, si los ricos Opus pueden darse el lujo de parir a destajo porque les sobran las lucas.En el fondo, como dice una amiga, este pastel podrido es segregación clasista. Que tengan guaguas como conejas las cuicas UDI, que tienen servidumbre para que les críen a los nenes blanquitos. Porque también, si ellas no quieren, pueden hacerse el aborto de un millón, en el fundo o con el médico de la familia, y después llegar regias al cóctel en La Dehesa.Pero esa realidad glamorosa no es la suya, señora pobla. Con cueva ha logrado tener tres niños, y aun así, usted y su marido se sacan la chucha para educarlos. Y esa monserga de la vida, del huevito, del feto de días que piensa, canta ópera y recita la Biblia, el feto filósofo que es más que un ser humano.Quién sabe, quién tiene la seguridad del momento cuando empieza el mambo de la vida. Pura culpa y más culpa que le meten en la cabeza. Como dice mi amiga feminista Raquel Olea, ¿cuando usted se come un huevo, qué se come: un huevo o un pollo. Dirán que esto es facilismo. ¡Manual feminista!, gritará alguna cuica Opus. ¿Y qué? Todas las mujeres populares saben del aborto, del palo de perejil, del alambre y de los riesgos que corren con las aborteras clandestinas.Además, todas conocen los malos tratos y crueldades a que las someten en las postas públicas cuando llegan con hemorragia. La culpa cultural es la construcción madre, virgen y mártir que ha hecho esta sociedad occidental de la mujer. ¿Qué sabe el hombre de un cuerpo agredido en su género desde que nace? Nació chancleta, decía antes la gente, y las perritas se ahogaban en el río.Lo mismo pueden decir de mí; qué sé yo de esto, de un territorio corporal tan vasto y mortificado por un designio religioso y parturiento. Y quizá tendrían razón, pero me complicito con la libertad del cuerpo mujer y sus decisiones de supervivencia, de tener o no hijos, de tomar la píldora del día después, después de tener un rico sexo espumeante. ¿Por qué estos rígidos señores condenan a la clase trabajadora a tener sexo sólo procreativo? ¿Y si el polvo era sólo por calentura casual? Si la cachita era sólo para pasar la neura, sólo por deseo. Ustedes, señoronas de misa dominical, ¿conocen la palabra deseo? ¿O sólo se abren de piernas para tener hijos? Pero ese es problema de ustedes, y no tienen que imponer esa moralina al país entero.Tampoco se crean las damas zorrijuntas que llegar al aborto es una gimnasia recreativa. Si fallaron las pastillas, si no resultó el tarro, si el condón se rompió, la colegiala, la pobladora, tiene que vender lo que no tiene para arriesgarse con un raspaje con gillete mohosa.Alguna vez le pregunté a mi madre si se había hecho algún aborto. Me dijo que sí con aburrida indiferencia y después hablamos de otra cosa, mientras ella apagaba la tele donde el cura Hasbún vomitaba sentencias y amenazas con cola de lagarto




Para pensar un anarco feminismo disidente de genero....

con los huevos bien puestos, nos lo presta luz flamigera desde chile

jueves, 1 de mayo de 2008

El trato injusto a los Homosexuales (1900-1923) por Emma Goldman



"Ningún arrojo se requiere para manifestarse en contra de la injusticia"

Emma Goldman, anarquista, activista, conferencista y agitadora feminista estaba en París en 1900. El Dr. Eugene Schmidt la invitó a una cena con él, con los escritores Oskar Panizza y Oscar Wilde. Entusiasmada por conocer a Wilde y Panizza a quienes admiraba, Goldman aceptó la invitación y se olvidó de una importante reunión de comité. La reunión con Panizza y Wilde no se hizo. Unos días más tarde fue a pasear con el Dr. Schmidt. Goldman describe en su autobiografía que defendió públicamente a Wilde en EE. UU.:

Durante nuestra caminata por Luxemburgo le conté al doctor acerca de mi indignación por la condena de Oscar Wilde. Yo alegué en contra de aquellos miserable hipócritas que lo sentenciaron. "¡Usted!" exclamó el doctor sorprendido, " ¿Por quée?, usted era tan solo una jovencita en aquel entonces. ¿Cómo se atrevió a defender en público a Oscar Wilde en la puritana sociedad estadounidense?". "¡Pamplinas!" replique; " Ningún arrojo se requiere para manifestarse en contra de la injusticia." "¿Injusticia?" repitió; "no se trataba de eso exactamente desde el punto de vista legal, quizás desde el psicológico.” El resto de la tarde la pasamos debatiendo en torno a la inversión de género, la perversión y la cuestión de la diversidad sexual. A pesar de lo mucho que reflexionaba el doctor sobre ese tema, no era libre en su enfoque, y yo suponía que estaba un poco escandalizado porque yo, una mujer joven, hablaba sin reservas de tema tabú.

Al comienzo del siglo XX, Goldman se hizo famosa por ser una oradora magnética en temas controversiales; los tópicos de sus exposiciones frecuentemente se las veían con violencia policíaca y el asedio para silenciarla. Cuando se expresó sobre la homosexualidad, sin embargo, la censura vino desde otro ángulo, sus propios compañeros anarquistas. En su autobiografía, Goldman relata su tour de conferencias en 1915.

Mi tour este año no estuvo intervenido por la policía hasta llegar a Portland, Oregón, aunque ciertos temas que traté fueron cualquier cosa menos dóciles: anti belicismo, la pelea entre Caplan y Schmidt, amor libre, control de la natalidad, y el tema más tabú de la sociedad, homosexualidad. Tampoco Anthony Comstock y sus puritanos trataron de silenciarme aunque abiertamente discutí los métodos contraceptivos delante de diferentes audiencias.
La censura vino de parte de mis camaradas porque trataba tales temas “antinaturales” como la homosexualidad. El anarquismo ya era suficientemente malentendido y considerado depravado; era inadmisible añadirle ideas falsas al tratar formas sexuales pervertidas, arguyeron. Porque creo en la libertad de opinión, incluso en mi contra: les di la misma importancia a mis censores que la que le doy a los enemigos. De hecho, la censura de mis compañeros me volvió más segura de mi misma y tuvo el mismo efecto que la persecución policial: me volvió más decidida para defender a cada víctima contra el mal social o la moral de prejuicio.
Los varones y las mujeres que venían a verme a mis conferencias sobre la homosexualidad, y que me confiaban su angustia, y aislamiento, eran usualmente de un grano más fino que aquellxs que me expulsaban. La mayoría de ellxs han llegado a un entendimiento más adecuado de su diferencia luego de años de luchar contra la idea de enfermedad o una aflicción vergonzosa…
Para mi el anarquismo no era solo una teoría en el futuro distante, sino una influencia viva para liberarnos de nuestras inhibiciones, internas y externas, y de las barreras destructivas que separan a los seres humanos entre ellxs.

En 1923, un artículo de Emma Goldman apareció en el Anuario de Los Tipos Sexuales Intermedios (Sexual Intermediate Types), publicado por el Comité de Ciencia Humanitaria de Alemania, llevado adelante por las organizaciones de derechos de los homosexuales. El artículo de Goldman era una respuesta a Karl von Levetzow sobre el supuesto lesbianismo de Louise Michel, una carismática luchadora francesa que murió en 1905. El ensayo de Goldman tiene la forma de una carta fechada en Berlín, Marzo de 1923 y constituye una discusión crítica pro-homosexual y una defensa que trataba de mostrar la valía y el talento de famosas figuras históricas que se orientaban al amor por su mismo sexo- como una respuesta al retrato negativo por completo y mas difundido de los homosexuales.

Estimado Dr. Hirschfeld:
Estoy al tanto de sus grandes trabajos sobre psicología sexual hace ya varios años. Lo admiro profundamente por sus intervenciones valientes por los derechos de aquellas personas que no están en posición de expresar sus sentimientos sexuales porque no son lo que usualmente se llama “normal”. Ahora que he tenido el placer de conocerlo en persona y observar sus esfuerzos, siento más la impresión de su personalidad y espíritu que lo guía en esta difícil empresa. Su disposición de ofrecerme su publicación para presentar una crítica contra el ensayo de Herr von Levetzow sobre la supuesta homosexualidad de Louise Michel, es una prueba- como su hiciera falta una prueba –de que es usted un hombre con un profundo sentido de la justicia e interesado solo en la verdad…
... si Louise Michel alguna vez hubiera manifestado cualquier tipo de sentimiento sexual en todas las relaciones con la gente que amó, yo ciertamente sería la última en buscar limpiarla de su “estigma”.
Es una tragedia que la gente de diferente sexo quede atrapada en un mundo que muestra tan poca comprensión a lxs homosexuales, y es tan indiferente a las varias gradaciones y variantes de género y su gran significado en la vida. Lejos de mi buscar evaluar a esa gente como inferior, menos moral, incapaz de sentimientos más elevados o de acciones más elevados. Yo soy la última persona a la cual se le ocurriría “proteger” a Louise Michel, mi maestra y compañera, del cargo de homosexualidad. El servicio a la humanidad de Louise Michel y su gran trabajo social por la liberación no pueden ser ni expandidos ni reducidos cualquiear sean sus hábitos sexuales.
Años atrás, no sabía nada de psicología social y mi único acercamiento a la homosexualidad se limitaba a algunas mujeres que conocí en prisión (donde permanecí por mis convicciones políticas). Hablé a favor de Oscar Wilde no sin dudas.
Como anarquista, mi lugar siempre fue estar del lado de la persona perseguida. La persecución y sentencia de Wilde me golpeó como un acto de cruel injusticia y repulsiva hipocresía de parte de la sociedad. Por esa sola razón me levanté a su favor.
Más tarde llegué a Europa y conocí los trabajos de Havelock Ellis, Krafft-Ebing, Carpenter, entre otros, que me hicieron darme cuenta del terrible crimen en contra de Oscar Wilde y otros como él. De allí en más, defendí por escrito y oralmente a aquellos de naturaleza diferente acerca de sus sentimientos sexuales y necesidades….
De todo eso, los lectores podrán reconocer que cualquier tipo de prejuicio o antipatía a los homosexuales es completamente ajeno a mi. ¡Por el contrario! Entre mis amigos varones y mujeres, homosexuales o bisexuales.
Encuentro a estas personas mucho más elevadas en cuanto a su inteligencia, habilidad, sensibilidad, y encanto que el promedio. Empatizo profundamente con ellos, puesto que sé que su sufrimiento es mucho más complejo y mucho peor que el de la gente común. Pero existe entre muchxs homosexuales una perspectiva intelectual que yo debo seriamente desafiar. Me refiero a la práctica de suponer que cada personalidad prominente posible fuera la suya propia, y atribuir sus propios sentimientos y personalidades a todxs ellxs.

… Sin querer ofender a Herr von Levetzow, debo decir que … está relacionado con la concepción de la esencia femenina. El ve en la mujer un ser creado por naturaleza para deleitar al varón y tener hijxs, una figura domestica, esclava de la casa.
Cualquier mujer que falle en cumplir con estos requerimientos femeninos clisé es considerada rápidamente lesbiana…
La mujer moderna no trasciende solo por ser amada por un varón, busca entendimiento y camaradería, quiere ser tratada como ser humano y no simple objeto sexual de gratificación. Y como usualmente el varón no puede darle eso, se va con sus hermanas.
Yo deseo ver el retrato de Louise Michel como fue realmente: una mujer extraordinaria, una pensadora significativa, un espíritu profundo. Representó el nuevo tipo de mujer que es tan viejo como la raza, con un alma permanentemente a tono con la humanidad. En una palabra, Louise Michel fue una mujer completa, libre de prejuicios y de tradiciones que por siglos mantuvieron a las mujeres en cadenas y las degradaron a esclavas del hogar y objetos sexuales. La nueva mujer celebrada por la resurrección en la figura de Louise, es capaz de hazañas heroicas llenas de pasión y amor.