jueves, 27 de diciembre de 2007

El amor libre

Aroma a naftalina: cierto marxismo nos viene a hablar de amor (libre)

“este mundo tan poco sensual que no pudo aliviarme”
Virus, “Amor descartable”

Empecemos por el final. Una vez más, el más rancio marxismo tiene la necesidad de reflexionar sobre “los límites insalvables de una experiencia política ya superada por el tiempo”[1], el anarquismo. Resulta curioso que desde hace más de un siglo las grandes cabezas (mal) iluminadas sigan sosteniendo esa misma necesidad, tratándose el anarquismo, como no se cansan de afirmar en este y otros escritos similares, de un fenómeno muerto y enterrado por la sagacidad de la Historia. Pero, para adentrarnos en el tema del “amor sin barreras” tal como lo concibe el grupo Razón y Revolución (en adelante, R y R), concedámosle que, transitando la primera década del siglo XXI, resulta como mínimo interesante que ciertos marxistas nos vengan a hablar de amor. Aprovechemos la ocasión, entonces.

Para empezar, constato que los responsables de El Aromo confunden su propia idea de programa con la teoría y la praxis libertarias. No me canso de repetirlo: al contrario del socialismo autoritario, el anarquismo no constituye ni constituyó nunca sistema, dogma ni canon alguno. Esa es una de sus principales características y quizá la clave de su contemporaneidad. Que otrxs hayan intentado hacer de la pasión libertaria un triste remedo de partido marxista-leninista no empaña la simple y genial tesitura de algunxs de los teóricxs que cita el mismo texto que comento: Bakunin, Malatesta, Emma Goldman, entre otrxs, escribieron y forjaron prácticas completamente opuestas a la verticalización centralista marxista (la que devino en el dogmatismo paralizante que hemos padecido desde la Revolución Rusa en adelante, por poner una fecha caprichosa).

El texto en cuestión también cita -y con acierto- la política llevada a cabo por las y los anarquistas en el siglo XIX (y XX, añadiría yo) respecto de las relaciones “entre géneros” (sic)[2]. Es claro que, como escribe R y R en la nota, “se oponían a la familia patriarcal, a la unión conyugal civil y religiosa, al matrimonio por obligación o conveniencia, a la prostitución, a la castidad y, consecuentemente, a la doble moral sexual. Promovían un nuevo tipo de familia basada en el amor libre”. Pero, a continuación nos advierten: “Ahora bien, salvo un par de características comunes (la unión voluntaria y sobre la base del cariño como garantía de durabilidad), el concepto de amor libre tiene diversas variantes dentro del propio anarquismo”. Y aquí se desata la confusión sin barreras.

Justamente, como el anarquismo no constituye un sistema cerrado, toda la teorización y la práctica libertaria del amor libre resulta una experiencia rica en sus matices y contradicciones. Pero claro, a los campeones del verticalismo les asusta la divergencias de “los padres fundadores” del anarquismo. Como todo buen marxista, siempre dispuesto a excomulgar las heterodoxias, se confunden ante la exuberancia de los planteos libertarios y encuentran polos opuestos y horrores antidialécticos donde hay multiplicidad y riqueza de opiniones divergentes, cuestionadoras, diversidad. Muchas podrían parecer “descabelladas” -propias de una época y sus concepciones-, otras ingenuísimas y naïves, las otras, radicales y contrahegemónicas a un nivel que el marxismo no se atrevió siquiera a soñar en su largo sueño de opio (ruso). A estos realistas la posibilidad de prácticas y modos de vivir hoy de manera distinta les parece un sueño irrealizable[3].

Llegamos entonces al núcleo duro de la crítica de R y R: el ataque al “idealismo bastante ingenuo” del anarquismo. Pasemos por alto (otrxs ya lo han contestado más que correctamente en indymedia) la confusión entre “libertad positiva” y “libertad negativa” y el concepto de libertad que se le atribuye al anarquismo. Sólo remarcaré en esta oportunidad que sin base alguna le adjudican al anarquismo –en bloque- un concepto sacado de la galera de R y R. Ni siquiera una cita o una experiencia histórica a favor de esa acusación. Pero bueno, estamxs acostumbradxs a la doxa marxista y sus lugares comunes. Hoy sólo me ocuparé de la “ingenuidad” ácrata y del elevado concepto del amor según R y R.

Y aquí es donde volvemos al final, donde todo empezó. Bajo el sugerente título de “Amor y socialismo”, R y R nos sorprende con su lirismo realista y una prosa encendida a favor del amor en contra del capitalismo. No importa que se haya reflexionado a lo largo del siglo XX sobre el dispositivo mismo del amor y del sexo, el Romanticismo Marxista es a prueba del devenir histórico.

El problema de fondo, leo en El Aromo, es “la lucha de clases con un ángulo feminista, que implicaría la lucha por la revolución social y simultáneamente, la lucha por reformas parciales en cuestiones de familia y de género que preparen la organización colectiva de la reproducción de la vida”. Así vemos reaparecer la vieja “cuestión principal” y “la cuestión derivada” que la izquierda partidaria y dogmática discutió largo y tendido el pasado siglo. Porque, para cierto marxismo, la cuestión de la mujer y el feminismo resulta cuestión derivada, secundaria respecto de la principal, que es la lucha de clases. Ni hablar de los demás movimientos sociales, autónomos de las estructuras partidarias. Una vez más, décadas de feminismos y activismos de toda índole (postfeminismos, teoría queer, teoría postcolonial, estudios trans, intersex, etc.) son obviados por el realismo mágico de R y R, que no tiene tiempo para estudiar, ni vivir, porque está haciendo las reformas o la revolución (¿?). Una vez más, se comprueba que para ciertos marxismos no existe interpelación alguna de la problemática contemporánea que amplíe los estrechos límites de su visión. El canon y el dogma siempre permanecen inalterables, ajenos a lo que sucede más allá de sus categorías estables. Y todo lo que caiga fuera de esta lógica y ose reclamar entidad propia y no se conforme con ser cuestión derivada (pasible de “reformas parciales”, como escribe R y R sin avergonzarse), entra, lisa y llanamente, en el campo de lo ingenuo, utópico, que es siempre contrarrevolucionario.

Por último, una simple referencia a una de las notas del texto citado. Sin pretender una defensa del libro atacado (no es eso lo que me mueve a escribir), destaco que en su introducción, Baigorria reconoce no sólo que el título de su compilación (El amor libre) alude a la tradición romántica y modernista donde se inscriben los textos clásicos seleccionados, sino –más importante aun- que se trata de una “heterogénea y mayormente heterosexual”[4] selección. Este no es un dato menor o anecdótico, ya que no sólo nos sitúa históricamente frente el corpus de textos trabajados sino que, al explicitar el sesgo heteronormativo del mismo –comprensible, por otra parte, por ese mismo contexto histórico- constituye, en sí mismo, toda una postura política, ligada a la más reivindicable tradición libertaria, tradición a la cual pretenden aportar y enriquecer estas líneas que escribo.

Liberemos a Marx del dogma partidario. Liberemos a los partidos y grupúsculos de la recitación del canon. Quizá tengo mucho para decir. O no. No pretendo que los marxismos (ni siquiera los feminismos socialistas o marxistas) abjuren de la lucha de clases –tal como la entienden- o de la lógica de la contradicción para aceptar los presupuestos teóricos del postestructuralismo o de la teoría queer. Menos que menos podría pretender que adopten una actitud libertaria. Pero, ¿qué sucedería si intentaran, alguna vez, aplicar una mirada desprovista de anteojeras al mundo que lxs rodea? Quizá aprenderían algo sobre su funcionamiento. Y sobre cómo desarmarlo.


[1] Así lo leo en la nota de la revista El Aromo, publicación del grupo Razón y Revolución, titulada “Amor sin barreras. El anarquismo y su propuesta de amor libre”, subida a indymedia y disponible en http://argentina.indymedia.org/news/2007/12/574007.php
[2] No voy a entrar aquí en conceptualizaciones que he realizado en otro lugar. Remito entonces, a los textos que pueden encontrarse en www.proyectilfetal.blogspot.com sobre la famosa cuestión de “género”.
[3] En un trabajo reciente desarrollé algunos aspectos de la variante anarcofeminista en la Argentina que ilustran esto que digo. Ver NI DIOS NI AMO NI MARIDO. Entrecruzamientos entre anarquismo y feminismo en la Argentina de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, disponible en www.proyectilfetal.blogspot.com
[4] Baigorria, Osvaldo (compilador): El amor libre. Eros y Anarquía. Libros de Anarres, Bs.As., 2006.

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