martes, 6 de noviembre de 2007

Al anarquismo le falta una pata

Proyectil Fetal inaugura una etiqueta "Cumpas", donde se suben textos, reflexiones, artículos de compañer*s que se comunican con nosotr*s.
María Eva nos manda está en Uruguay, y nos parece que hay que hacer circular este texto.


Al anarquismo le falta una pata


Me pregunto por qué, hoy aquí en Uruguay, en una publicación anarquista me parece importante escribir sobre qué rol tenemos o deberíamos tener las mujeres en el anarquismo?; y por qué casi no se toca el tema de género (para ambos sexos) dentro del movimiento.
Yo misma podría responderme que no hace falta, porque el anarquismo abarca la problemática de la humanidad entera y este tema se resuelve por el hecho de practicar una ideología tan rica como la nuestra. Pero lo que he observado en mis años de militancia es que hay una carencia de este tema, que si bien en los últimos años aparece muy tímidamente planteado por algunas compañeras casi siempre, esto provoca risas y bromas a su alrededor, como queriendo decir que es un tema menor, que no hace falta y que hay cosas más importantes para tratar. Otra pregunta que me hago, es por qué casi no se toca, dentro del anarquismo, el concepto de PATRIARCADO como una forma de Poder y Dominación, ya que es anterior al capitalismo y que este modelo se fue repitiendo a través de los siglos, y hoy sigue estando tan cerca nuestro que podemos llegar a repetirlo, sin darnos cuenta.
Debemos recordar que de carne somos... y es muy difícil, por más anarquistas que pretendamos ser, impedir que esta cultura machista, patriarcal y falocéntrica no nos influya en mayor o menor medida tanto a varones como a mujeres. Sabemos que cuestionar nuestros rígidos estereotipos de género no es tarea fácil ni a corto plazo; tengamos en cuenta que el patriarcado tiene más de cinco mil años de existencia. También sabemos que éste, perjudica a varones y mujeres y que la libertad del género humano no será posible sin su abolición y lo más difícil es que este enemigo no está afuera sino dentro de nosotr@s mism@s.
Haciendo un poco de historia puedo decir que desde finales del siglo XIX y en las primeras décadas del XX ya se hablaba en los grupos de mujeres anarquistas de los derechos de la mujer, o sea de feminismo, elevando una fuerte crítica no sólo a la sociedad sino también a sus propios compañeros de grupo. Un claro ejemplo de ello es el periódico “La Voz de la Mujer ” (1896-1897) una de sus expresiones era “ni dios, ni patrón, ni marido”.
Creo que sin lugar a dudas, la época de oro de la militancia anarquista, fue la anteriormente mencionada, lo que se puede observar en las publicaciones que circulaban entre Europa y América. Con respecto a las mujeres, era admirable la actividad que desarrollaban, las publicaciones que sacaban con gran esfuerzo económico y de la forma en que expresaban sus ideas, ya sea en la oratoria o desde sus perió­dicos a pesar de que la mayoría de ellas eran autodidactas. Quiero mencionar aquí a la compañera Teresa Claramud* (España 1862/1931) que expresaba en una de estas publicaciones: “la mujer del esclavo es doblemente esclava, si el obrero es explotado su mujer es doblemente explotada.”
Tratando de ubicarme en abril del 2001 me pregunto ¿por qué hoy se da este vacío que sólo lo cubren algunas excepciones de compañeras aisladas, que en distintos lugares, tratan, con grandes esfuerzos, de mantener ese espacio de crítica y de conciencia sobre la opresión de género. Como ya mencionamos el anarquismo fue pionero en estos temas y no debería perderlo, más aún, debería alentarlo a que siga existiendo.
Si compartimos la idea de que el verdadero cambio comienza en la vida cotidiana y que la familia nuclear es la institución básica de la sociedad verticalista y jerárquica, si queremos un verdadero cambio social, desde la vida cotidiana hasta las grandes instituciones, desde lo micro hasta lo macro, debemos contar con este motor, esa energía que está en cada mujer, y si ella no cambia su rol de segunda, de sometida o de simple acompañante de su compañero o de lo grupos de varones, aún con las mejores intenciones, no hay cambio posible. No es difícil darnos cuenta que la mujer ha sido históricamente la más perjudicada en esta relación asimétrica de sexo y de género, por lo tanto, si no bucea en su propia identidad, si no muestra su subjetividad, si no se muestra como persona, en toda su dimensión humana, planteando sus necesidades en lo íntimo, en lo personal y en lo público, no hay cambio social auténtico. Tema complejo, sin lugar a dudas sobre el que tendremos que charlar largo y tendido –quisiéramos oír propuestas.
El anarcofeminismo lucha para eliminar una de las diferenciaciones jerárquicas más importantes dentro de la estructura general de dominio, el patriarcado y el capitalismo, por lo tanto debe trabajar a dos puntas. Sostiene que es desde las mujeres, priorita­riamente, aunque no exclusivamente, de quienes debe partir el impulso para lograrlo. Ellas deben obrar como una fuente de energía que imprima sentido libertario a las grandes mutaciones culturales que se están llevando a cabo. Estas mutaciones, por operar a nivel micro social (de las relaciones interpersonales) están realizando una de las transformaciones más profundas del imaginario social.

*Autodidacta ya que sus padres opinaban que las mujeres no debían recibir instrucción, sufrió numerosas detenciones. Fue cofundadora de El Productor y colaboradora de La Revista Blanca y La Tramontana La mujer en la Prensa Anarquista (España 1900-1936) de María A. García-Maroto FELAL Madrid 1996.

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