martes, 16 de diciembre de 2008

La ley, tu ley. Red de Trata y una visión anarquista.

La ley, tu ley. Red de Trata y una visión anarquista.

Por Proyectil Fetal
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"Un movimiento que comenzó diciendo que la biología no es destino ahora tira a la basura a transexuales y celebra la conexión "natural" de las mujeres con la tierra y las cosas vivas. Un movimiento que produjo la liberación de lxs niñxs ahora tira a la basura la posibilidad de tener jóvenes amantes muchachos y favorece el paso a leyes sexuales dignas del legista ateniense Draco que asigna condenas más fuertes por tener sexo con un menor que por robo a mano armada. Un movimiento que desarrolló un análisis del trabajo doméstico como tarea no remunerada y reconoció que las mujeres usualmente comercian con sexo porque eso es lo único que tienen, ahora se enrola en los escuadrones del vicio para sacar a las prostitutas de la calle. Un movimiento cuya literatura temprana fue habitualmente considera obscena y prohibida de la circulación ahora hace campaña para deshacerse de la pornografía. Lxs unicxs pervertidxs sexuales que este movimiento apoya son las madres lesbianas, y sospecho que lo hace debido a la propaganda actual que sostiene que las mujeres comprenden una fuerza nutricia y sanadora que salvará al mundo de la energía masculina destructiva."
Pat Califia

“Sería importante que la jurispdrucencia no quedara confiada a los jueces. Los escritores deberían leer no tanto el código civil sino, sobre todo, los tratados de jurisprudencia.”
Deleuze


Es muy fácil decir que, como anarquistas, estamos en contra de toda forma de explotación, lo cual es elemental. Esta afirmación no nos quita responsabilidad cuando reproducimos, por ignorancia generalmente, los argumentos de un feminismo conservador, inútil y moralista, más cerca de un pensamiento de derecha, como el que reclama “mano dura”, que de una verdadera emancipación de las libertades sexuales, por la cual abogaba Bakunin o Goldman. Más aun, quienes nos reivindicamos anarquistas no podemos repetir lo que otras personas dicen que dicen las leyes. Tenemos la responsabilidad, nos guste la palabra o no, de saber por nosotrxs mismxs la letra de la ley para combatirla en pleno conocimiento a nuestro enemigo.

Este es el paradigmático caso de lo que está ocurriendo con la llamada así “Ley de trata de personas” en nuestro país. La trata es un delito que, independientemente de lo que se arroje en los medios masivos que solo hacen hincapié en el ejercicio de la prostitución, incluye la captación de personas, ya sea para la explotación sexual, las prácticas de esclavitud, los trabajos forzados y la extracción ilegal de órganos y tejidos. Claro que de todos estos puntos, siempre el que más irrita tiene que ver con la posibilidad de aceptar que alguna mujer quiera efectivamente ser trabajadora sexual[1].
En nuestro código penal, no está tipificado el ejercicio por cuenta propia del trabajo sexual, es decir no constituye delito [2]. Hasta el 2008, se penaba “al que promociona o facilita la prostitución”, o al que “explotare económicamente el ejercicio de la prostitución de una persona”, y en ambos casos, cuando se trata de mayores de 18 años, se pena siempre y cuando el delito se realice mediando “engaño, fraude, abuso coactivo o intimidatorio, violencia, etc.” (“Promoción o facilitación de la prostitución de menores y mayores mediante la entrada o salida del país” -art. 127 bis, 127 ter., incorporado por ley 25.087[3]-). Y éstos formaban parte del título “Delitos contra la Integridad Sexual”. En abril de 2008, se incorporan al título de “Delitos contra la Libertad” los arts. 145 bis y 145 ter., que penalizan la trata de personas mayores y menores, respectivamente. Estos artículos reproducen el texto de los anteriormente mencionados, pero sin hablar de prostitución, sino de explotación en general, a pesar de que vulgarmente se los conozca como “los artículos de trata de personas”, porque efectivamente se circunscriben a ese delito.

Acá empieza el problema de las facciones por la lucha del poder. Las feministas anti- prostitución no están satisfechas con la ley y sus reformas, que a la sazón, no es algo menor o fácil de obtener. Entre ellas, tomamos el testimonio de Monique Altschul, Directora Ejecutiva de la Fundación Mujeres en Igualdad, integrante de la Red No a la Trata, que dijo a Perfil.com[4]: "Nos oponemos porque esta ley distingue entre víctimas mayores y menores de 18 años. Y para los mayores de 18, establece que es necesario probar que el delincuente actuó con violencia, abuso, engaño o amenazas para que exista delito. ¿Cómo puede una víctima de trata, en el estado de vulnerabilidad en el que quedan, probar eso? Eso sería presumir que se puede consentir la propia explotación y eso favorecería la impunidad de proxenetas y tratantes"[5].

Del mismo modo que un olmo nunca dará peras, no se le puede pedir al estado que deje de ser estado (o que sea un poco menos estado para ciertas cuestiones); es decir, que la ley se maneje como si no fuera le ley, o que el propio sistema jurídico se auto-socave a si mismo sus propios cimientos. La ley moderna liberal de nuestros estados tal como los conocemos y los padecemos hoy supone la ficción de la autonomía del sujeto. Asimismo, supone que hay una edad – otra ficción, en este caso madurativa, que cambia histórica y arbitrariamente de acuerdo a las necesidades de dicho estado- para que ciertas prácticas sean consideradas delitos, con o sin consentimiento.
La paradoja a la que se enfrentan las feministas que, con toda su buena intención, quieren liberar a las mujeres víctimas de las redes de prostitución es doble: por un lado, pedirle al estado y a sus poderes (en este caso, el judicial y legislativo) que cree una ley que no sea una ley (es decir, un set de normas de comportamiento que no presuponga las ficciones antes mencionadas: consentimiento y edades); y al mismo tiempo, dar por tierra con la garantía constitucional de que toda persona es considerada inocente hasta que se demuestre lo contrario, confundiéndola con la inversión de la carga de la prueba. Nos guste o no, así se maneja la ley creada por los estados modernos. Por eso, entre otras muchas cosas, casualmente, no nos gustan los estados modernos ni sus leyes[6].

Por otra parte, para el sistema jurídico en el cual nos toca movernos, la ficción de la autonomía de lxs sujetos no es, como hemos tenido la desgracia de leer en algún pasquín anarquista, “un absurdo”; sino que dicha autonomía, entendida en términos liberales, que son aquellos que dieron surgimiento a la ley, es una cuestión central[7] del sistema democrático para evitar avasallamientos a la vida individual de lxs ciudadanxs que el anarquismo hoy, por vago, no puede soslayar. Evitar así que, en pos de los derechos humanos, las libertades individuales, la vida privada de los sujetos, y su autonomía sean intervenidas y controladas todavía más de lo que ya lo son, por el estado, corriendo el riesgo de cederle el poder para convertirse en un estado fascista. O ¿cuándo se ha visto que la mayor intervención del estado redunde en mayores libertades de lxs sujetos? Abolir estas cuestiones nos retrotrae a una judicialidad premoderna, donde no importan ni las condiciones materiales de las personas, ni sus deseos ni sus voluntades, sino que todo lo que vaya en contra de una abstracción previa e impuesta estatalmente es delito, como era durante el feudalismo.

Si, por otra parte, el problema es, como dicen las máximas figuras de este feminismo anti- prostitución, la dificultad probatoria de estos hechos, sin duda aberrantes, y lo que en la jerga jurídica se denomina re-victimización al tener la víctima que revivir los hechos en su declaratoria, entonces la cuestión no sería ni pedirle al estado penas más altas y leyes más duras, que en cierto modo se acercan peligrosamente a discursos abiertamente fascistas como el reclamo de disminución de la edad de imputabilidad, ni quitar la cuestión básica de que a los delitos hay que probarlos, lo cual se cae de maduro. Por el contrario, habría que ver qué ocurre en nuestra sociedad para que las condiciones materiales probatorias de un delito no puedan llevarse adelante y luchar contra eso. Como queda claro en el caso Ojeda y Gamarra, el problema no es la ley (-si hubo o no consentimiento, si tenemos que probarlo o no, etc.-), sino que el aparato judicial y el administrador legítimo de la violencia es la misma cosa que las redes de trata, la corporación médica y las industrias capitalistas[8]. Más aun, el consentimiento y las edades, como queda claro en algunos delitos contra la integridad sexual (es decir, los abusos sexuales contra menores de 13 años de edad donde no hay que probar que haya mediado violencia, por ejemplo), no hicieron que desciendan la incidencia de estos casos ni que presentarlos a la justicia y obtener una respuesta sea más fácil. ¿Cómo se puede creer entonces que una “ley de trata” que no diferencie por edades y consentimiento sí lo logrará?
Para colmo de males, parecen haber olvidado un año fundamental para el feminismo local – 1926- cuando se derogó la minoridad civil de la mujer, es decir, que la ley trate y considere a la mujer en términos legales como a un menor de edad. ¿Cómo es que ahora se desea volver a perder nuestra mayoría de edad como sujetos políticos y de derecho habilitando la posibilidad de intervención del estado en otros ámbitos, hasta ahora libres, que no podemos siquiera concebir en nuestras mentes?[9].
La ley que hasta ahora tenemos es correcta para lo que el sistema jurídico puede entregar, pero las feministas conservadoras, en su celo porque salga la ley de trata como a ellas les parece que debería salir, se olvidan de que el problema no es tanto el texto de la ley sino qué cosa el juez resuelve en cada caso, aun con la “mejor” ley posible. La justicia (estatal) seguirá resolviendo con su indeleble marca de géneros, clases, etnias, y siendo hipócrita, porque ante la ley, no importa que se nos diga, no somos todxs iguales. Es más, puedan o no procesarlo estas feministas en sus mentes, la explotación de una persona (en especial aquellas biopoliticamente asignadas “mujer”), que, demás esta decir, no abarca a la trata entera, puede ser consentida, así como consentimos día a día, que se nos informalice el trabajo, se nos explote y se oprima hasta la ignominia[10].
Así como a ningún anarquista se le ocurre, hasta donde tenemos conocimiento, pedir mejoras a la legislación laboral vigente, seguir estas elucubraciones del feminismo moralista nos desbarranca: no solo terminaremos peticionando ante el estado por una supuesta “mejora”, que esperamos haber probado no es tal, sino que además lo haremos con argumentos reaccionarios y de derecha. Las opciones son: retrocedemos 2500 años a la ley ateniense y su democracia, o cambiamos de sistema. Hay una tercera opción cuyo coletazo de dinosaurio parece no ser visto ni tenido en cuenta: la de los estados totalitarios donde siempre que el estado así lo considere sin necesidad de aportar pruebas se presuma la culpabilidad. Uds. sabrán elegir cuál quieren. Como en el cuento popular inglés, La Pata de Mono de W. W. Jacobs, hay que tener claridad en el deseo antes de efectuar el pedido.














[1] En este trabajo PF no establecerá una posición con respecto a la diferencia entre trabajo sexual, formas de precarización laboral, trabajo informal, subempleo y personas en situación de prostitución. Queda para más adelante.
[2] Aunque en las calles ninguna mujer o travesti podría ser detenida y/o procesada por el ejercicio de la prostitución, la realidad es que existían en la ciudad de Buenos Aires esas zonas oscuras llamadas “contravenciones” (hoy Código de Convivencia) que permiten otro tipo de atropellos policiales (estatales). De todas maneras, esto solo puede ser dicho para la Ciudad de Buenos Aires, fuera de ella, las cosas suelen ser peor.
[3] El convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución, que se considera ley modelo para la represión de todos estos delitos, adoptada en la 264 sesión plenaria de la Asamblea General de la Naciones Unidas por Resolución Nro. 317 del 2 de Diciembre de 1949 -en su artículo primero dice “Las Partes en el presente Convenio se comprometen a castigar a toda persona que, para satisfacer las pasiones de otra: 1. concertare la prostitución de otra persona, la indujere a la prostitución o la corrompiere con objeto de prostituirla, aun con el consentimiento de tal persona.”
[4] PF no se responsabiliza por los daños que pueda causar leer ciertas publicaciones como la citada fuente en Internet o en su formato impreso.
[5] PF no se explayará aquí por razones de espacio con respecto a la cuestión del consentimiento, pero se encuentra trabajando sobre este tema con los textos de Butler, Foucault, y Fassin.
[6] No nos desentendemos, como se demostrará más adelante, de los usos de la letra de la ley con respecto a clase, etnia, géneros, etc. Pero lo paradójico es pretender resolver cuestiones de este tipo por medio de la aplicación de leyes, por eso peticionan ante el estado y sus autoridades. Si yo acepto jugar al ludo, no puedo caer al juego con las piezas del ajedrez y pretender que se muevan como si fuera backgamon.
[7] Gran cantidad de conceptos e instituciones son fruto directo o indirecto de lo que podríamos denominar el pensamiento liberal burgués. Así las cosas, el anarquismo discute cuáles de estos conceptos e instituciones pueden ser re-categorizados, re-semantizados o re-utilizados, y cuáles pueden devenir algo nuevo. Sin ir más lejos, “Libertad, Fraternidad e Igualdad”, el slogan de la revolución francesa (burguesa), detenta dos de los conceptos centrales del anarquismo, y nadie diría que debemos considerarlos absurdos solo porque fueron creados durante una revolución burguesa. O la noción de Hombre que usamos hoy también es una creación de la ilustración.
[8] “El caso de Cristina Ojeda y Romina Gamarra es una clara muestra del funcionamiento de las redes mafiosas de trata de personas. Ambas jóvenes consiguieron escapar de un prostíbulo en Santiago del Estero. Luego de varias amenazas les pusieron custodia policial, custodia que ambas compartían a pesar de vivir a siete cuadras de diferencia. El 3 de Noviembre la familia de Cristina denunció su desaparición, tres días después (ella) se presentó en la fiscalía con el abogado Néstor Darío Pereyra sin explicar el cambio de representación legal y cambió su declaración exculpando a los acusados de su secuestro. La fiscal federal Griselda Tessio tomó el testimonio y no verificó el domicilio de la joven, a la fecha la joven continúa desaparecida. Varios días después, Romina Gamara cambió su declaración, luego que un miembro de su familia fuera brutalmente golpeado, hecho que se niegan a denunciar. Romina, con su nuevo abogado, Héctor Tallarico, se presentó ante el juez santafesino Reinaldo Rodríguez, para declarar que niega que fue explotada sexualmente contra su voluntad. El abogado con el que asistió está sindicado como uno de los defensores “de la banda” que capturó a Romina y María Cristina Ojeda.” http://argentina.indymedia.org/news/2007/01/479417.php. Como anarquistas también pensamos que en muchos otros delitos, por ejemplo tráfico de armas, drogas, juego, etc. también está directamente implicado el estado y sus fuerzas de seguridad. Y para ser más clarxs, si las redes de trata son socios directos del poder legislativo y de los aparatos represivos, no serán ellos los que otorguen más protección y salvaguardas a las denunciantes. ¿Qué forma de explotación dentro del capitalismo se realiza sin la complicidad de “policías, jueces, poder político…” y los medios masivos, lo que suele llamarse Aparatos del Estado (simbólicos y represivos)? Más aun, ya Foucault lo había analizado muy mucho, una de las patas donde se apoya el poder de los estados modernos es siempre jurídico- médica.

[9] ¿O alguien pensó acaso que derogado el delito de infanticidio, un día una chica jujeña se vería fuertemente perjudicada al recibir una condena por homicidio agravado por vínculo sin contemplaciones ni miramientos como le ocurrió a Romina Tejerina? ¿O realmente se creyó que derogado el infanticidio estaríamos a un solo paso de la conquista del aborto libre?
[10] En lo que hace a trabajo informal y precarización laboral, es de público conocimiento que cientos de mujeres (mayormente, pero no exclusivamente, extranjeras de países limítrofes) trabajan esclavas o semi esclavas en condiciones laborales dignas de las novelas de Dickens. No se escucha por ellas, muchas también tratadas, el clamor con la misma sonoridad. ¿No es acaso la de ellas la misma dignidad humana y los mismos derechos que se dice defender cuando se habla de trata con fines sexuales? ¿No será que una de las cosas que más molesta, alguien tiene que decirlo de una vez, es el deseo sexual servido ahí en la mesa? Tenemos que tener sumo cuidado que en pos de intentar acabar con una problemática social sin duda gravísima no se terminen generando alianzas con los escuadrones de la moralidad que tan buen servicio saben prestarle al estado. El feminismo sajón sabe bien de esto, en lo que respecta a las leyes anti-pornografía, y cómo sus reformas y consejos fueron tenidos en cuenta por el estado norteamericano en su fase más conservadora, con los resultados que ya conocemos todxs –aunque algunas quieran olvidarlos-. Cf. McKinnon (1980 circa) y, en clave local, la Liga Patriótica para entender qué pasó con lxs anarquistas.

sábado, 13 de diciembre de 2008

15 Tesis anarcoconchudas queer sudakas hasta por el orto (i.e. culo)




Grupo de afinidad Proyectil Fetal
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1. Nuestro anarquismo es queer, sudaka, conchudo, e inconveniente. El reloj no nos atrasa un siglo con respecto a lo que está pasando hoy en las calles de l*s excluid*s y l*s anomal*s contra-hegemónicos.


2. Nuestro anarquismo no es solo una teoría en el futuro distante, sino una influencia viva para emanciparnos.


3. Sin una profunda auto-emancipación de todos los presupuestos naturalizados en nuestros cuerpos, productos de la sociedad de control, aún si el estado fuera abolido, la opresión y las prácticas de dominación persistirían.


4. Vivimos con una necesidad inmediata, una urgencia física, carnal, de que el anarquismo se rejuvenezca en un feminismo queer y puto contra hegemónico, que se atreva a hace estallar las bases mismas de la dominación contenida en nuestros corazones.


5. Nuestras expresiones de género son múltiples, e irreductibles a una única lógica y categoría. No queremos ser muchxs, queremos ser inclasificables.


6. Planteamos barricadas atomizadas, atópicas, plurales y surtidas que tiendan, mediante astucias corporales, genitales, sexuales disidentes, no hegemónicas y sus prácticas, a la subversión total y posterior destrucción del sistema heteronormativo, capitalista, totalitario.


7. En cada punto neurálgico donde se manifiesta la dominación hace falta un cuerpo que grite "ANARKÍA" como irrespetuoso alarido y acción en constante devenir y mutación, que choque contra toda jerarquía, todo orden impuesto, toda autoridad.


8. Nos cuestionamos incesantemente para resistir a cierto proceso de devenir "mujer" y poder así construir otras masculinidades porque el binarismo sexual es un aparato ideológico del Estado que, como construcción social, produce una ficción cuyo objetivo es falsificar diferencias económicas, políticas, ideológicas como hechos naturales, y de ese modo, perpetuarlas.


9. Ni binarismo sexual, entonces, ni binomio sexo/género, de cuyas lógicas se desprendan las inequidades, las desigualdades, la división del trabajo y sus tareas.

10. Si lo queer se vuelve normal y respetable deja de ser interesante.


11. La vida tiene el potencial para ser mucho más que "pan, techo, tierra, pareja, procreación".


12. Nuestras resistencias anarco-queer hoy en nuestra región giran en torno a la cuestión de "quiénes somos" y "cómo hemos llegado a ser" lo que somos, rechazando la violencia simbólica y material que anula la individualidad, atacando el poder, donde sea que se encarne, independientemente de la institución que lo represente de manera visible, o invisible.


13. Tod*s l*s oprimid*s deben ser libres, de otr*s y de sí mism*s, esta barricada queer- abyecta feminista llena de pasión, locura y fluidos se levanta con ese objetivo.


14. Llamamos a l*s diver*s, anómal*s, los genitales contra hegemónicos que han sufrido en la carne la apropiación de sus cuerpos, l*s abyect*s, a unirse en anarquía, afinidad, y organización.


15. Levantamos nuestra voz en el concierto social y exigimos nuestra parte de placeres en el banquete de la vida