lunes, 31 de diciembre de 2007

Este verano


Cosas para pensar el feminismo anarco queer este verano

http://argentina.indymedia.org/news/2007/12/574946.php

Crecimiento del feminismo como teoría política, para la sexualización de la raza, y la racialización del sexo.
Buscar estrategias para desafiar conjuntamente las opresiones desde barricadas atomizadas y múltiples que tiendan, mediante las astucias corporales, genitales, sexuales disidentes, no hegemónicas y sus prácticas, a la subversión total y posterior destrucción del sistema heteronormativo, capitalista, totalitario y patriarcal.
Llamar la atención sobre las contradicciones y las exclusiones provocadas por las luchas identitarias tradicionales en busca de igualdad y reconocimiento por parte de la justicia y el estado que contribuyen a naturalizar, junto con los programas institucionales contra la violencia de género, la relación entre violencia y masculinidad, enmascarando la violencia inmanente a las relaciones conyugales y familiares, reforzadas incluso por las leyes de unión civil y derechos para gays y lesbianas o las supuestas parejas y familias de los movimientos socialistas. Ahora las minorías sexuales se normalizan y se asimilan en la norma de matrimonio, igualdad legal, representación mediática. Gays y lesbianas han dejado de ser un grupo radical, sino el reservorio de divergencia que alimenta el sistema. En un mundo donde la identidad-realidad es similar a los regímenes pre-modernos soberanos en los que la cámara en subjetiva toma la representación pornográfica hetero, filma el coming-out en el entorno doméstico con mini cámaras, muestra en directo las escenas de representación policial y las ejecuciones de pres*s, exigir a cualquier precio la visibilidad de las minorías como condiciones de emancipación no parece tener sentido, porque ya no se trata de exigir el cupo en la cuota de representación dentro del sistema como modo de cambiarlo, sino de cambiar el marco todo de la visibilidad.
Lograr un proceso de cuestionamiento incesante que permita excentrizar al sujeto del feminismo.
Resistir a cierto proceso de devenir mujer para poder construir incluso otras masculinidades.
Ser concientes del riesgo de modelos políticos humanistas basados en “justicia”, “libertad” e “igualdad” que ignoran las diferencias culturales, las historias de colonización, o las opresiones e incluso las capacidades reales y objetivas de los cuerpos que llevan adelante la lucha.
Tener en cuenta la identidad como posible lugar estratégico de acción política, sin que sean considerados como simples efectos de opresión.
Pensar la escisión del clítoris no como ejemplo de barbarismo exótico sino como parte, con otras tecnologías de normalización de género occidentales en diferentes grados (cesárea, episiotomía, tactos vaginales a embarazadas, ablación de ovarios y mamas, depilación de todo tipo- definitiva, con cera, máquina de afeitar; imperios cosméticos y cirugías plásticas normalizadoras-), de los dispositivos de la red de regulación del cuerpo de las mujeres en la globalización del género y la sexualidad, como así también de los cuerpos de personas travestis, intersex y trans.
Insistir con la abolición del pensamiento dicotómico (perros vs. gatos, beatles vs stones, blanco vs. negro) que incluye el binarismo sexual (varón/mujer femenino/masculino)

jueves, 27 de diciembre de 2007

El amor libre

Aroma a naftalina: cierto marxismo nos viene a hablar de amor (libre)

“este mundo tan poco sensual que no pudo aliviarme”
Virus, “Amor descartable”

Empecemos por el final. Una vez más, el más rancio marxismo tiene la necesidad de reflexionar sobre “los límites insalvables de una experiencia política ya superada por el tiempo”[1], el anarquismo. Resulta curioso que desde hace más de un siglo las grandes cabezas (mal) iluminadas sigan sosteniendo esa misma necesidad, tratándose el anarquismo, como no se cansan de afirmar en este y otros escritos similares, de un fenómeno muerto y enterrado por la sagacidad de la Historia. Pero, para adentrarnos en el tema del “amor sin barreras” tal como lo concibe el grupo Razón y Revolución (en adelante, R y R), concedámosle que, transitando la primera década del siglo XXI, resulta como mínimo interesante que ciertos marxistas nos vengan a hablar de amor. Aprovechemos la ocasión, entonces.

Para empezar, constato que los responsables de El Aromo confunden su propia idea de programa con la teoría y la praxis libertarias. No me canso de repetirlo: al contrario del socialismo autoritario, el anarquismo no constituye ni constituyó nunca sistema, dogma ni canon alguno. Esa es una de sus principales características y quizá la clave de su contemporaneidad. Que otrxs hayan intentado hacer de la pasión libertaria un triste remedo de partido marxista-leninista no empaña la simple y genial tesitura de algunxs de los teóricxs que cita el mismo texto que comento: Bakunin, Malatesta, Emma Goldman, entre otrxs, escribieron y forjaron prácticas completamente opuestas a la verticalización centralista marxista (la que devino en el dogmatismo paralizante que hemos padecido desde la Revolución Rusa en adelante, por poner una fecha caprichosa).

El texto en cuestión también cita -y con acierto- la política llevada a cabo por las y los anarquistas en el siglo XIX (y XX, añadiría yo) respecto de las relaciones “entre géneros” (sic)[2]. Es claro que, como escribe R y R en la nota, “se oponían a la familia patriarcal, a la unión conyugal civil y religiosa, al matrimonio por obligación o conveniencia, a la prostitución, a la castidad y, consecuentemente, a la doble moral sexual. Promovían un nuevo tipo de familia basada en el amor libre”. Pero, a continuación nos advierten: “Ahora bien, salvo un par de características comunes (la unión voluntaria y sobre la base del cariño como garantía de durabilidad), el concepto de amor libre tiene diversas variantes dentro del propio anarquismo”. Y aquí se desata la confusión sin barreras.

Justamente, como el anarquismo no constituye un sistema cerrado, toda la teorización y la práctica libertaria del amor libre resulta una experiencia rica en sus matices y contradicciones. Pero claro, a los campeones del verticalismo les asusta la divergencias de “los padres fundadores” del anarquismo. Como todo buen marxista, siempre dispuesto a excomulgar las heterodoxias, se confunden ante la exuberancia de los planteos libertarios y encuentran polos opuestos y horrores antidialécticos donde hay multiplicidad y riqueza de opiniones divergentes, cuestionadoras, diversidad. Muchas podrían parecer “descabelladas” -propias de una época y sus concepciones-, otras ingenuísimas y naïves, las otras, radicales y contrahegemónicas a un nivel que el marxismo no se atrevió siquiera a soñar en su largo sueño de opio (ruso). A estos realistas la posibilidad de prácticas y modos de vivir hoy de manera distinta les parece un sueño irrealizable[3].

Llegamos entonces al núcleo duro de la crítica de R y R: el ataque al “idealismo bastante ingenuo” del anarquismo. Pasemos por alto (otrxs ya lo han contestado más que correctamente en indymedia) la confusión entre “libertad positiva” y “libertad negativa” y el concepto de libertad que se le atribuye al anarquismo. Sólo remarcaré en esta oportunidad que sin base alguna le adjudican al anarquismo –en bloque- un concepto sacado de la galera de R y R. Ni siquiera una cita o una experiencia histórica a favor de esa acusación. Pero bueno, estamxs acostumbradxs a la doxa marxista y sus lugares comunes. Hoy sólo me ocuparé de la “ingenuidad” ácrata y del elevado concepto del amor según R y R.

Y aquí es donde volvemos al final, donde todo empezó. Bajo el sugerente título de “Amor y socialismo”, R y R nos sorprende con su lirismo realista y una prosa encendida a favor del amor en contra del capitalismo. No importa que se haya reflexionado a lo largo del siglo XX sobre el dispositivo mismo del amor y del sexo, el Romanticismo Marxista es a prueba del devenir histórico.

El problema de fondo, leo en El Aromo, es “la lucha de clases con un ángulo feminista, que implicaría la lucha por la revolución social y simultáneamente, la lucha por reformas parciales en cuestiones de familia y de género que preparen la organización colectiva de la reproducción de la vida”. Así vemos reaparecer la vieja “cuestión principal” y “la cuestión derivada” que la izquierda partidaria y dogmática discutió largo y tendido el pasado siglo. Porque, para cierto marxismo, la cuestión de la mujer y el feminismo resulta cuestión derivada, secundaria respecto de la principal, que es la lucha de clases. Ni hablar de los demás movimientos sociales, autónomos de las estructuras partidarias. Una vez más, décadas de feminismos y activismos de toda índole (postfeminismos, teoría queer, teoría postcolonial, estudios trans, intersex, etc.) son obviados por el realismo mágico de R y R, que no tiene tiempo para estudiar, ni vivir, porque está haciendo las reformas o la revolución (¿?). Una vez más, se comprueba que para ciertos marxismos no existe interpelación alguna de la problemática contemporánea que amplíe los estrechos límites de su visión. El canon y el dogma siempre permanecen inalterables, ajenos a lo que sucede más allá de sus categorías estables. Y todo lo que caiga fuera de esta lógica y ose reclamar entidad propia y no se conforme con ser cuestión derivada (pasible de “reformas parciales”, como escribe R y R sin avergonzarse), entra, lisa y llanamente, en el campo de lo ingenuo, utópico, que es siempre contrarrevolucionario.

Por último, una simple referencia a una de las notas del texto citado. Sin pretender una defensa del libro atacado (no es eso lo que me mueve a escribir), destaco que en su introducción, Baigorria reconoce no sólo que el título de su compilación (El amor libre) alude a la tradición romántica y modernista donde se inscriben los textos clásicos seleccionados, sino –más importante aun- que se trata de una “heterogénea y mayormente heterosexual”[4] selección. Este no es un dato menor o anecdótico, ya que no sólo nos sitúa históricamente frente el corpus de textos trabajados sino que, al explicitar el sesgo heteronormativo del mismo –comprensible, por otra parte, por ese mismo contexto histórico- constituye, en sí mismo, toda una postura política, ligada a la más reivindicable tradición libertaria, tradición a la cual pretenden aportar y enriquecer estas líneas que escribo.

Liberemos a Marx del dogma partidario. Liberemos a los partidos y grupúsculos de la recitación del canon. Quizá tengo mucho para decir. O no. No pretendo que los marxismos (ni siquiera los feminismos socialistas o marxistas) abjuren de la lucha de clases –tal como la entienden- o de la lógica de la contradicción para aceptar los presupuestos teóricos del postestructuralismo o de la teoría queer. Menos que menos podría pretender que adopten una actitud libertaria. Pero, ¿qué sucedería si intentaran, alguna vez, aplicar una mirada desprovista de anteojeras al mundo que lxs rodea? Quizá aprenderían algo sobre su funcionamiento. Y sobre cómo desarmarlo.


[1] Así lo leo en la nota de la revista El Aromo, publicación del grupo Razón y Revolución, titulada “Amor sin barreras. El anarquismo y su propuesta de amor libre”, subida a indymedia y disponible en http://argentina.indymedia.org/news/2007/12/574007.php
[2] No voy a entrar aquí en conceptualizaciones que he realizado en otro lugar. Remito entonces, a los textos que pueden encontrarse en www.proyectilfetal.blogspot.com sobre la famosa cuestión de “género”.
[3] En un trabajo reciente desarrollé algunos aspectos de la variante anarcofeminista en la Argentina que ilustran esto que digo. Ver NI DIOS NI AMO NI MARIDO. Entrecruzamientos entre anarquismo y feminismo en la Argentina de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, disponible en www.proyectilfetal.blogspot.com
[4] Baigorria, Osvaldo (compilador): El amor libre. Eros y Anarquía. Libros de Anarres, Bs.As., 2006.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Nuevo texto de proyectil fetal: sin plataforma ni taco aguja


Sin plataformas ni taco aguja, un proyectil contra cualquier forma de estructura jerárquica


Creo que, entre quienes estamos todos los días, horas, y minutos de nuestras vidas pensando en subvertir y socavar este sistema capitalista patriarcal heteronormativo que nos oprime hasta con los zapatos que nos obliga a usar, nos debatimos entre distintas opciones para generar vínculos con quienes luchan por lo mismo.
Algunas personas creen que necesitamos de una estructura bajo la cual acurrucarnos y sentirnos segurxs de nuestras posiciones ante la vida, como la de los partidos de izquierda, que incluso tienen alas en torno a los intereses de las mujeres o minorías sexuales, y donde se dice practicar (¡oh, maravillosa holofrase!) el “centralismo democrático”. Sin embargo, muchas veces esta búsqueda de cobijo no es más que la otra cara de una debilidad que nos somete a una “verdad” que nosotrxs vemos pero que no podemos, aún, elaborar. Por ello preferimos, por nuestra propia seguridad –y por qué no, comodidad-, acatar.
Ahora bien, ¿alguna vez nos preguntamos qué sucede con nuestras opiniones cuando nos sometemos a esas estructuras jerárquicas autoritarias y su “centralismo democrático”? ¿Pueden nuestras voluntades, nuestras personalidades, nuestras inquietudes e interrogantes desarrollarse plenamente siendo parte de ellas? Muchas veces adherimos a discursos que afirman que estas estructuras jerárquicas y autoritarias son democráticas, porque su sistema y plataforma así parecen contemplarlo, con supuestos canales que permiten la expresión de todxs lxs que conforman esa estructura. Sin embargo, hay abundantes ejemplos históricos probados que muestran cómo esa forma organizativa conlleva necesariamente a la burocratización y su consecuente aplacamiento de las opiniones y voces más sutiles, y singulares, especialmente de las mujeres, y ni que hablar de otras expresiones de género, si es que realmente pueden habitar dichos espacios de militancia (¿o limitancia?).
No obstante, si nos comenzamos a plantear formas de organización plenamente horizontales y libertarias, nos vemos ante uno de los problemas ya analizados por Jo Freeman, es decir, la tiranía que puede provocar la falta de estructuras. Esta es una cuestión que lxs anarquistas nos debemos plantear todos los días para poder actuar espontáneamente cada vez. Se ha discutido que la falta de estructuras puede hacer que nos sojuzguen las personalidades. Pero, ese es el gran desafío y un estímulo permanente para adquirir aquello que nos quitaron al nacer: la personalidad. Es ese misterio que hace que una legión de seres distintos, actuemos en consecuencia, sin importar nuestro origen ni nivel de opresión, que igual siempre es mucho. Lo importante es contagiarnos la necesidad de quitarnos todo tipo de presiones, sentir que todo nos pica, y desvestirnos para liberarnos de ese dolor. Desde chic*s, nos enseñan cómo ser normales y convivir en sociedad, como una forma de bajar la cabeza y someternos constantemente a distintas instituciones que habitaremos a lo largo y ancho de nuestra vida. Y los partidos no están exentos de esta máxima.
Entonces, ¿usaremos estructuras jerárquicas y autoritarias para socavar al sistema? Como dijera la feminista negra, lesbiana y poeta Audre Lorde, “las herramientas del amo no ayudarán a desmantelar la casa del amo”. Las estructuras autoritarias y verticales reproducen lo que queremos combatir, es decir, la autoridad y la jerarquía. Quieren hacernos creer que el centralismo democrático permite “la posibilidad absoluta para el partido de discutir, criticar, de expresar su descontento, de elegir, de destituir…”, para decirlo con palabras del mismo León Trotsky, y que así todas las voces son tenidas en cuenta. Pero esto no es más que un discurso que oculta que, en los hechos, se sostienen formas de relaciones jerárquicas y autoritarias porque hay integrantes que tienen “el saber”, contacto entre sí, o tiempo libre suficiente, con lo cual los canales supuestamente democráticos quedan obsoletos.
Estoy a favor de otra forma de organizarnos, donde exista una lucha y esfuerzo constante para establecer otros modos, distintos, donde las personalidades no sojuzguen, sino que aporten y crezcan. Tu destino está en l*s otr*s. Quienes creen insultarnos cuando nos llaman individualistas, todavía ostentan prejuicios cristianos. Los individuos somos siempre colectivos. Cada unx de nosotrxs somos fuerzas, sensibilidades, temperamentos múltiples, en situación. Y aunque hayamos sido formatead*s y pasad*s por el tamiz de la estructura social, albergamos también toda la potencialidad que es múltiple, y que solo espera su momento para salir del clóset! Estas individualidades colectivas pueden articularse con otras individualidades colectivas en grupos de afinidad, o círculos íntimos, que más que simplemente un acuerdo ideológico o programa, dogma o canon, implica un intercambio fluido de todos esos elementos más la individualidad colectiva.
Nosotrxs nos organizamos horizontalmente en grupos de afinidad, lo cual nos acerca l*s unos a las otrxs en una confianza y conocimiento mutuo para accionar libertariamente. Las estructuras autoritarias, en cambio, se conforman bajo la forma (ficticia, claro está) de un contrato moderno que presupone individuos libres en una “abstracta igualdad” donde se ejerce una dominación que, como tal, no puede ser menos que jerárquica y autoritaria. La afinidad, ya lo dije, no es un contrato, sino una relación que se construye, se articula y desarticula a voluntad, y que predispone al desarrollo de las potencialidades de quienes la integran. Afinidad es otra forma de vincularnos, distinta de la que nos enseñaron a ser, y una de las formas que Proyectil Fetal encuentra para vivir hoy como nos gustaría vivir mañana.

Tu silencio no te va a proteger.(Audre Lorde)



lunes, 10 de diciembre de 2007

No más sant*s.

No más santxs. La anarquía no canoniza a nadie. Proyectil Fetal tiene pensamientos como pedradas.

“No voy a volver mi vista atrás
buscando un resplandor que ya no existe más.
El futuro va a ser mejor”
Fun People



No es de mi interés entrar en polémicas inútiles sobre hechos históricos puntuales de los que se ha pretendido sacar determinadas lecciones históricas. Muchxs me aventajarán en erudición, otrxs en datos exclusivos o en fuentes de primerísimo mano. Proyectil Fetal, una vez más, arroja valientemente la primera piedra, aguanta las que vienen y sigue cascoteando. Si Nietzsche filosofaba a martillazos, Proyectil Fetal tiene pensamientos como pedradas.
La anarquía no necesita santos ni santas. Basta de mártires y de mitos. Tantos años no han pasado en vano, creo. Si hacemos una historia piadosa de nuestrxs antecesorxs, corremos el serio riesgo de congelar una imagen del pasado que nos limite en el presente. Otro es mi móvil. Que la vida y obra de Severino DiGiovanni o de Simón Radowitzky (por poner 2 personalidades que han generado intenso intercambio en los foros por estos días) nos mueva a pensar y hacer cosas en este hoy, en este presente, para otro futuro. Por ejemplo, tomando teorizaciones y prácticas del pasado, pensemos en el concepto de “minoría actuante” o el de “afinidad”. A estas alturas, ciertas discusiones que en principio podrían resultar riquísimas, siguen enfangadas en mezquinas peleas de marquesina, mientras la vida y su intenso fluir nos pasa por al lado. Pero, hechas las aclaraciones, es menester decir algunas cosas en torno a lo que se ha venido escribiendo profusamente:
Bajo una dictadura brutal –como sabemos, el régimen de Uriburu llevó adelante una política de represión obrera y popular inédita hasta ese entonces, de deportaciones, reclusiones en el penal de Tierra del Fuego, fusilamientos por aplicación de la ley marcial y estado de sitio- que exacerbó hasta lo indecible el uso de las leyes de Residencia y de Defensa Social (pergeñadas en la primera década del siglo XX, fueron de los instrumentos más usados por la clase dominante para combatir el “terror anarquista”), es insostenible adjudicar a la acción de un libertario (Severino en este caso) y su grupo de afinidad la responsabilidad por uno, alguno o todos los embates del régimen al movimiento, que, dicho sea, en su faz organizativa sindical (y por factores que no se analizarán aquí), hacía ya tiempo que había entrado en decadencia.
La indignación es siempre una percepción íntima y violentísima ante la injusticia de la dominación y sus efectos. Eso la legitima, pero no en el sentido del derecho estatal burgués y moderno que habla de “legitimidad” con la misma ligereza interesada con la que habla de “libertad” o “igualdad”. La legitima por espontánea, auténtica, sin mediación. Y esta indignación es la base de las acciones de Severino o Simón, que duda cabe.
Mucho se ha escrito acerca de la distinción entre “acción individual” y “acción colectiva”. Ya en los círculos de Reclus, Malatesta, Caffiero o Kropotkin se hablaba de acción directa para romper radicalmente con ciertas concepciones y prácticas del movimiento que estaban aun ligadas a concepciones políticas idealistas[1]. En 1910, se consideraba que “no existe una forma específica de la acción directa”[2]. Y el problema de los atentados, en otro contexto histórico, cuando la propaganda por el hecho era pan de cada día, fue tema de intenso debate. Todo el ciclo de 1880/1890 en Europa y, posteriormente en Argentina, atestigua esto. Hoy es insostenible hablar de un justificativo de ciertas acciones mentadas individuales por el “deseo del pueblo”, que es una abstracción universalista que no representa ni encarna a nadie. Esa vieja idea socialista de que la lucha se mide en avances y retrocesos (respecto al pueblo o al proletariado) no tiene en cuenta –por lo menos en su versión decimonónica o en su refrito acrítico siglo XXI- lo local de las luchas, que en otro proyectil reciente quedó dicho así: “Las barricada de lucha son múltiples, plurales, atópicas, y cada punto neurálgico donde se manifiesta la dominación y donde se luche en su contra necesita un cuerpo que grite “ANARKÍA”, no como deber ser, como fe, sino como irrespetuoso alarido y acción en constante devenir y mutación, que cuestione toda jerarquía, todo orden impuesto, toda autoridad. Todos los cuerpos refregados unos contra todos, cual gatos”[3]. Para que la Idea no sea ni programa ni utopía también tienen que repensarse los conceptos de individux y colectivx, las distinciones (falsas) entre lo público y lo privado, entre otras cosas pendientes.
Y por último, basta también del conventillo de la historia y la historiografía anarquista. Si se concibe la pasión libertaria, la anarquía, como una categoría clasificatoria que describe el modo político correcto e inmodificable de atacar la dominación encarnada en el estado y sus instituciones, se niega la anarquía misma de la que se pretende ser expresión práctica y teórica, y se corre el riesgo de volver a generar nuevas instituciones y dogmas cerrados y obtusos. El ejemplo del socialismo autoritario y sus trágicos epígonos debería haber bastado como suficiente ilustración para aquellxs que tanto gustan de los ejemplos históricos. Pero no, se insiste en los errores del dogmatismo, divisionismo y sectarismo del pasado, se instalan figuras míticas, se excomulga y se absuelve según el dogma de cada cual, se mide con el anarcómetro la cercanía o la lejanía respecto de un proyecto en movimiento al que se ha congelado en una sigla o en dos nombres o en tres textos canónicos[4].
Les dejo (parte de) una canción de la Polla Records para que cantemos juntxs y pensemos nuestros próximos pasos:
esclavos del trabajo esclavas del hogaresclavos ignorantes sin mentalidadseamos por un día capaces de pensaresta mierda tiene que cambiarlos que mueren ya no pueden más la anarquía tiene que llegarla violencia nos ayudará los que matan se acojonaránvivo esperando a cobrar para gastarme todas las pelasvivo esperando a cobrar para agarrarme una borracherala inteligencia se esconde de mí el miedo se comió al odiode cuantas vidas la vida se fue sin intentar ni siquiera vivirserá que estamos tontos o estamos engañaoso estamos enterrados en comodidadlos más tontos de todos nos tienen controlaosesta mierda tiene que cambiarlos que mueren ya no pueden más la anarquía tiene que llegarla violencia nos traerá el amor los que matan se acojonaránhoy haré la revolución
**************************************************************
Hoy haré la revolución entonces.
Hoy voy a vivir como quiero que se viva en el futuro.
La Revolución tiene cuerpos
Cuerpos
Deseantes
Móviles
Interpelantes
Hoy el futuro ya es mejor








[1] Como he comprobado -¡tristemente!- que muchos compañeros varones no se toman el trabajo de leer los textos que con tanta pasión y esfuerzo escribo, esta vez me ahorro el doble trabajo de buscar las citas como he hecho otras veces. Al que le interese, vaya a los textos de los autores citados y busque las citas solito. Están ahí, hay que leerlas nomás.
[2] Pouget, Emile: L’action directe, éditions CNT-FAI (s/f). Esta cita si la pongo porque no todxs leemos francés.
[3] Proyectil Fetal: “Atrévete te te te a un Anarco Feminismo Queer Abyecto”.
[4] En otro proyectil (“Observaciones a la Charla sobre Simón Radowitzky en la Biblioteca José Ingenieros Para no cometer los errores del pasado “) se dijo: “El mismo López Arango y Abad de Santillán sostuvieron que “nosotros hemos hecho escuela del divisionismo”.

Dónde va el acento? Repitámoslo, feminismo anarco queer

¿Dónde va el acento?

Para Romina Tejerina, una de nosotr*s.
Para Brandon Teena, uno de nosotr*s.


Algunos compañeros hacen su mea culpa y dicen “la cultura patriarcal arruina más a las mujeres”. Sin embargo, dicho sea esto, como cuando Susanita le decía a Mafalda “que barbaridad!, ahora vayamos a jugar”, frente a la pobreza del mundo, atacan y desacreditan a las activistas feministas. Proyectil Fetal se pregunta, cuáles son los modos y los medios concretos activos actuales para actuar sobre los siguientes problemas, muchos de ellos exclusivos de las mujeres, y otros sólo compartidos por expresiones de género no hegemónicas (travestis, transgéneros, intersexuales), que estas cifras mundiales expresan- porque para hablar de “más oprimidas” hay que saber “cuánto más”:

2 millones de niñas sufren mutilaciones genitales al año ( no hay caso de mutilación genital en varones- excepto en el caso de las personas intersex, trans y travesti, otros de los sexos que el anarquismo testarudamente se niega a contemplar). En la Argentina, la episiotomía a la parturienta – es decir un corte de que va de la vagina al ano- va de rutina en el 90% de los casos, con todas sus secuelas: posibilidad de infecciones varias, anorgasmia femenina, disminución del deseo sexual, problemas de autoestima por el estado en el que la vagina tras la cicatriz.
1 mujer en 4 sufre graves maltratos (físicos y psicológicos) dentro de su hogar
Los maltratos a las mujeres ocurren en todas las culturas, edades, razas, nacionalidades y niveles socio-económicos (si bien podemos decir que algunas mujeres están menos maltratadas que otras, TODAS sufren alguna forma de maltrato que sus pares varones desconocen solo por su asignación biológica)
El maltrato también ocurre entre mujeres , sobre mujeres, contra mujeres, por mujeres.
El 93% de las víctimas de violencias doméstica, física y psicológica, son mujeres.
El 70% de las mujeres asumen haber sido alguna vez maltratadas (el otro 30% no asume su maltrato, que no es lo mismo que decir que no fueron maltratadas). El maltrato es tan natural y está tan naturalizado que las víctimas no pueden ni detectarlo aunque lo padezcan.
El 60% de las mujeres que denuncian golpizas, es porque fueron golpeadas durante su embarazo. El 40% restante no es que no hayan sido golpeadas, pero prefieren no pedir ayuda.
81% de los varones que abusan a sus mujeres, fueron criados en una familia en donde el padre abusaba de la madre.
40% de las mujeres víctimas de tentativa de homicidio conoce a su atacante. Muchas de las mujeres asesinadas, fueron asesinadas por alguien cercano (novio, amante, padre, familiar).
El 80% de las niñas abusadas sexualmente en cualquier forma o expresión de ese abuso, fueron agredidas por alguien tan cercano como su padre y tan lejano como su vecino.
Las golpizas son la mayor causa de heridas en las mujeres. Aunque las mujeres no lleguen a pedir ayuda hasta último momento, las golpizas domésticas mandan a más mujeres al hospital que los accidentes automovilísticos, los asaltos y las violaciones todas juntas. Las golpizas son la causa principal de atención médica a mujeres en sala de emergencia.
Solo 1% de las mujeres golpeadas en el hogar informan el abuso a otra persona.
El 40% de las mujeres golpeadas por sus parejas varones, llevan al menos 20 años soportando abusos y golpizas.
2000 mujeres al año en La Argentina (según la cifra oficial, imaginemos la no oficial!) mueren al año por practicarse un aborto a clandestino.
Las golpizas domésticas, que incluso llegan en muchos casos al homicidio, son el cenit de un abuso que comienza con humillación y maltrato psicológico casi indetectable para las mujeres que hemos sido criadas de tal manera que naturalizamos esa forma de vivir.
La mayor parte de las mujeres que han sido violadas, conoce a sus atacantes.
Hay más posibilidades de ser violada dentro del hogar que fuera del hogar.
Las mujeres con modelos estéticos contra-hegemónicos (pelo corto, no depiladas, ropas que la moda considera inadecuadas, no tan flacas, más masculinas) han sido agredidas físicamente menos que las otras mujeres, fuera de su hogar, y más dentro dentro su hogar. Los violadores callejeros buscan mujeres de pelo largo, según informa la estadística. Es más fácil asir a una mujer de pelo largo, por su cabellera.
En la Argentina, 60% de los partos institucionalizados son por cesárea, con todas sus graves implicancias para la salud de la madre y sus vástagos, sólo or cuestiones monetarias: los médicos reciben más dinero.
La violencia contra las mujeres no discrimina clase, ni raza, ni nivel educativo.
El cuerpo de la mujer todo, y no sólo su capacidad de ser fuerza de trabajo, es un gran negocio.


Las mujeres somos preparadas en nuestros hogares, por nuestras madres y padres, y en la escuela, en los medios y en la calle para aceptar con agrado la humillación, que comienza con aquello que much*s llaman “piropo” o “cumplido” , y que pueden ser el principio de un camino sin retorno que muchas veces termina con la golpiza o la muerte. Somos educadas para callarnos, ser silenciosas, temerosas, buenas, dóciles, serviciales, limpias, bellas, educadas, con buenos modales, querer contemporizar. Estamos impregnadas y enfermas de romanticismo y los valores del viejo humanismo que desbarrancó a la humanidad en los últimos 2 siglos.

El amor tampoco nos protege. Muchos de nuestros atacantes es gente, que de una manera enferma y extraña, nos “ama”. En muchos casos, nuestros atacantes, no pueden resistir su impulso destructor sobre nosotras. El amor nos juega en contra a la hora de salirnos de estas situaciones, dónde va el acento: “Ay, amor! Hay amor.”

Los varones que atacan, pegan, violan, matan, a sus mujeres, a las mujeres (y otras expresiones de género no hegemónicas), no son simples “enfermitos”, “alienados”, o casos excepcionales porque los varones han sido inculcados con estos valores de superioridad sobre todas las otras expresiones que existen en el mundo. Eso no los hace nuestros enemigos naturales, ellos no son biológicamente así, la biología no es nuestro destino, ni nos determina; pero sin un férreo análisis e introspección ya mismo por su parte cometerán, o están cometiendo ahora mismo, algún tipo de acto abusivo, el cual les será natural y hasta indetectable.

Podemos seguir pensando, como hace el troskismo, “cuando llegue la revolución todo eso cambiará”, pero el maltrato es ahora, y no tenemos garantías de que nuevas formas de organización no lleven dentro de sí el germen del este daño heredado, que hoy habita este mundo.

Los modos y las maneras de abordar los objetivos implican organizarse en torno a prioridades dadas por la extrema violencia en la cual algunas de nosotras somos sometidas a vivir, situación de la cual no saldremos sin el concurso de todos ustedes varones y todas nosotras mujeres y tod*s ustedes expresiones de género no hegemónicas.

Nuevas formas de interacción entre individu*s para un nuevo mundo que ya empezó.

Hagámoslo cuerpo carne y sexo:

Lo personal es político.
El varón no explota a la mujer.
El estado (en cualquiera de sus formas), el patriarcado (que se expresa sobre cualquier orientación de género) y el capitalismo explotan y oprimen a todas las mujeres, a unas más que otras.
El feminismo no es uno solo, único, univoco y reducible a una sola idea o voz o acción. El anarquismo no tiene que estar de acuerdo con todos los feminismos. Pero su vitalidad depende de poder tener prácticas feministas hoy.
NO HAY SOLO DOS SEXOS, como nos han hecho creer. Hay muchos más. Y los otros sexos no reconocidos por la lógica binaria actual están más oprimidos que muchas mujeres de ciertas clases sociales hegemónicas.
Los feminismos no son un invento moderno, o una moda. Las cabezas de las mujeres rodaron guillotinadas por el mismo estado revolucionario francés , durante la revolución francesa, cuando reclamaron que sus derechos estuvieran contemplados en la Carta de los derechos del Ciudadano. Como la palabra lo indica, “ciudadano”, contemplaba solo a los varones, y por ende las mujeres reclamantes, otrora consideradas revolucionarias por sus pares varones, fueron asesinadas como el mismo método que los nobles. De lo cual se desprende, el lenguaje nos habla, nos dicta, nos maneja. Si decimos “ciudadano” puede ser que haya quien no este incluid* en ese término. El día que Carlos Menem dijo “flexibilización laboral”, cuando claramente se trataba de retroceso y precarización de las condiciones de producción y los derechos de la clase proletaria, ganó, mediante la instauración de los términos del debate, gran parte de la batalla.
La mujer y el varón, obviamente, no tienen los mismos problemas. Quien no quiera ver esto está ciego.
La vida tiene el potencial para ser mucho más que “pan, techo, tierra, pareja, procreación”

Ontologicamente iguales, ontologicamente no idénticos. Actualmente desiguales. No estamos hoy ahora ya mismo al mismo nivel quien perpetra la mutilación y quien la padece.
Anarco feminismo para combatir la opresión y socavar las condiciones de posibilidad de la desigualdad.

La cultura que poseemos nos posee. La violencia doméstica nos domestica.

¿Dónde va el acento?

lunes, 3 de diciembre de 2007

Atrévete te te te a un Anarco Feminismo Queer Abyecto


Atrévete te te te a un Anarco Feminismo Queer Abyecto

“Lleno de teoría social, te faltaba algo.

Lo cogí yo, que iba detrás, era el sexo de tu revolución.”

La Polla Records

Teniendo en cuenta algunas de las respuestas recibidas por nuestra iniciativa Proyectil Fetal, es menester expresar más enfáticamente qué es nuestro feminismo anarquista, libertario, latinoamericano, sudaka, conchudo, queer e inconveniente para que junt*s pensemos en prácticas, modos e ideas, libertarias, cuyo reloj no atrase por lo menos un siglo con respecto a lo que está pasando hoy en las calles de l*s excluid*s y l*s anomal*s contra-hegemónicos.

El patriarcado no funciona por creencias; como el estado, podemos no creer en él, sin embargo nos oprime lo mismo. El patriarcado no necesita nuestra creencia, necesita nuestros cuerpos y nuestros cerebros. Más aun, el estado, la iglesia, y el patriarcado ha contribuido muy mucho a banalizar una representación unívoca del “feminismo” para neutralizar toda su fuerza contra-hegemónica.

Por el contrario, los feminismos, como las expresiones de género, son múltiples, e irreductibles a única lógica y categoría. Proyectil Fetal desea no presentarse como lo hacen las feministas locales que más prensa y visibilidad suelen tener (porque son habilitadas por los poderes antes mencionados justamente para hacer ver al feminismo como un sin sentido). Proyectil Fetal elige, no sin discusión y debate interno y externo, llamarse feministas, por las duras respuestas y los interpelantes cuestionamientos que este término aún suscita entre l*s supuest*s aliad*s de lucha. Combatir con una iniciativa de discurso, aka un proyectil, el mito de “el feminismo”, único, esencial…

Efectivamente, el patriarcado no es los varones, como tampoco varones solos son aquellos dotados de pene. Asimismo. existen mujeres tanto o más patriarcales que el más patriarcal. Así como lo femenino no es ni propio, ni exclusivo, ni privativo de lo que la sociedad a través del DNI, la medicina y otras instituciones denomina “mujer”, lo mismo ocurre con lo masculino. El patriarcado, dispositivo ideológico solidario con el capitalismo, cuya actitud tangible se denomina sexismo/machismo, no es ni propio, ni exclusivo ni privativo de aquello denominado “varón”. Más aún, las mujeres que acceden a espacios concretos de poder son a las claras patriarcales, aunque usen los artilugios de lo que la sociedad considera hoy femenino (vestidito, flores, taco alto). La HIStoria (como el feminismo angloparlante llama al relato oficial de los conquistadores y opresores, basándoles en “his”- pronombre posesivo masculino) es una historia (ficción) dominante escrita desde y por la hegemonía claramente patriarcal, que presiona, obnubila y elimina la diversidad, la heterogeneidad, lo divergente de todas las expresiones de género, animales, plantas, medioambiente, aunque en diferentes grados de prioridad. Otros epítetos que se le puede dar a la HIStoria son capitalista, autoritaria, represora, opresora, sin imaginación, sin cuestionamiento, totalitaria, acalladora. En cuanto a la ciencia (médica) y sus brazos armados, bueno, queda para otra comunicación donde discutiremos largo y tendido la noción autodestructiva y controladora positivista del progreso, tan cara a la izquierda, cuyo proyecto demostró con creces, ser capaz de las peores aberraciones.

Sin embargo, cabe destacar que en la antigüedad cuando no había siquiera aun estado, por ejemplo la cultura creto-micénica, 25 siglos antes de cristo, (de hecho, el estado es una convención y un fenómeno post revolución francesa, positivista, iluminista, industrial, moderno), también había opresión y exclusión de las expresiones de género no hegemónicas. Más aun, en las pocas pero nutridas experiencias históricas anti-estado (comuna de París, guerra civil española) también hubo opresión de expresiones de género divergentes.

El varón y la mujer no son los únicos sexos, ni los únicos géneros. Por suerte, existe un abanico mucho más nutrido de expresiones de género, genitalidades, corporalidades y práctica sexuales divergentes y contra hegemónicas no reductibles al binarismo sexual (varón/mujer). Hace más de medio siglo que los feminismos no se plantean que la lucha sea de las mujeres contra los varones. Pero sea dicho esto, sin una profunda auto-emancipación de todos los presupuestos naturalizados en nuestros cuerpos, productos de la sociedad de control, aún si el estado fuera abolido, la opresión y las prácticas de dominación contra cierto tipo de mujeres rebeldes y las expresiones de género divergentes persistirían. Y esto ya fue advertido a principio de siglo XX por la anarquista Emma Goldman, a cuyos textos habría que volver con la misma asiduidad con la que se visita a otros.

Nuestra manera de vivir y pensar las prácticas libertarias en constante reformulación es contra la dominación y las jerarquías que hacen hueso adentro de nuestro cuerpo. Ingenuo sería hoy pensar, con todas las experiencias que hemos tenido ya, con todo lo que nuestros antecedentes nos han legado, que abolida todas las instituciones, abolido el estado, se acabarán, sin más, mágicamente, las dominaciones, las hegemonías.

Una vez más. El machismo/sexismo es una actitud encarnada por cualquier expresión de género, dependiente del dispositivo ideológico patriarcado, solidario con el capitalismo, pero independiente de él (por eso ha habido patriarcado antes del capitalismo). Los feminismos no son lo opuesto del machismo, los feminismos no son actitudes contrarias a los varones, para segregarlos y hacerlos padecer; los feminismos, muchos de ellos, quieren la emancipación de los varones, pero no a costa de los cuerpos de los excluid*s y anomal*s. Los feminismos son ideologías, y como tales no todos son contra-hegemónicos. Los feminismos no terminan. Los feminismos se superan, devienen y el estado no es, desgraciadamente, el único enemigo verdadero.

Por eso la necesidad inmediata, la urgencia física, carnal, de que el anarquismo, revisando sus cimientos decimonónicos, se rejuvenezca en un feminismo puto contra hegemónico, que se atreva a hace estallar las bases mismas de la dominación contenida en nuestros corazones, formateados bajo esa lógica, con un crudo rechazo a todo dogmatismo, a todo dogmatismo.

Las barricada de lucha son múltiples, plurales, atópicas, y cada punto neurálgico donde se manifiesta la dominación y donde se luche en su contra necesita un cuerpo que grite “ANARKÍA”, no como deber ser, como fe, sino como irrespetuoso alarido y acción en constante devenir y mutación, que cuestione toda jerarquía, todo orden impuesto, toda autoridad. Todos los cuerpos refregados unos contra todos, cual gatos. Ni binarismo sexual, ni binomio sexo/género, de cuyas lógicas se desprenden las inequidades, las desigualdades, la división del trabajo y sus tareas. Ni ciencia ni ningún otro aparato ideológico de represión simbólico o concreto que nos discipline y controle. Y ante todo, el derecho a cambiar a modificarnos a equivocarnos.

Llamamos a l*s diver*s, anómal*s, los genitales contra hegemónicos que han sufrido en la carne la apropiación de sus cuerpos, l*s abyect*s, a unirse en anarquía, afinidad, y organización.

Tod*s l*s oprimid*s deben ser libres, de otr*s y de sí mism*s, esta barricada queer- abyecta feminista llena de pasión locura y fluidos se levanta con ese objetivo.

Nuestras vidas anhelan el riesgo de los días de la acción puta y subrepticia en callejones oscuros.

Tolerancia no es respeto

Respeto no es cambio

Cambio no es revolución

Revolución tiene cuerpos

Cuerpos

Deseantes

Móviles

Interpelantes

Ya nunca nadie podrá decirme éstas no son horas

temerosa

de la ley, tu ley

no temer sino decidir

el amanecer

Texto basado en poema de Juana Bignozzi del libro La ley, tu ley

más allá de toda oscuridad: socavando el poder de la razón iluminista


Más allá de toda oscuridad

Mientras exista una clase inferior, perteneceré a ella

Mientras haya un elemento criminal, estaré hecho de él

Mientras permanezca un alma en prisión, no seré libre

Rosa Luxenburg

Hoy por hoy, me parece ya inapelable el planteo de que el binarismo sexual (varón/mujer) es un mito, es decir un aparato ideológico del establishment que como construcción social, produce una ficción cuyo objetivo es falsificar diferencias económicas, políticas, ideológicas como hechos naturales, y de ese modo, perpetuarlas. De allí que, aunque para la doxa, y las siempre falaces percepciones sensoriales, el binarismo sexual no existe a priori, por fuera o más allá de las relaciones sociales que lo determinan. A través de la repetición de esta noción contingente, como así también de toda otra noción sobre las que se asienta “comodamente” el mundo que hasta ahora hemos conocido (familia, propiedad, trabajo, et cetera), se logra la encarnación de las normas hegemónicas en cuerpos e identidades que se presentan como hechos naturales. Si bien el ejercicio mental que implica si quiera concebir eso de manera diferente es titánico, todos estos hechos son convenciones que tarde o temprano caerán en desuso, y serán reemplazadas por otras, más útiles a otro sistema. ¿Sin embargo, cómo se deshace esto? ¿Sólo por la voluntad? ¿Dónde están los sueños de cambio radical? ¿Cuáles son sus estrategias? La anarquía como sociedad organizada sin autoridad, entendiéndose por autoridad la facultad de imponer la propia voluntad, ha demostrado poco interés por los modos y los medios que permitirían el logro de estos ideales.

La categoría moderna de “mujer”, tal como hemos sido advertidas muchas veces, no reconoce la subordinación en términos de raza, clase, elección sexual, entre otras cuestiones relevantísimas; su sombra, el género, término bastardeado hasta al hartazgo, especialmente en la academia, de acuerdo al feminismo clásico, es el set de conductas, contingentes también, que un sexo biológico reviste y comporta de acuerdo a cada período histórico. Sin embargo, el género, que tampoco es el mismo entre todas las mujeres, reduce e invisibiliza las otras categorías antes mencionadas: no se espera que una mujer modelo revista el mismo género que una mujer campesina cosechando en los arrozales. Pero seguimos afirmando que ambas son mujeres del mismo modo, aunque sus experiencias, e incluso sus cuerpos, se parecen sólo superficialmente, y suponemos que ambas son construidas por la misma mirada social del mismo modo, lo cual no es cierto.

Todo esto es en parte posible porque el discurso dominante del positivismo y el progreso moderno convirtieron en dioses a ciertas disciplinas, otrora pseudos humanísticas y/o filosóficas, que en la antigüedad grecolatina clásica servía solo para aliviar males. Aunque la postmodernidad, concediendo que exista, en su costado “bueno” conlleva la democratización de la desestructuración de las formas institucionalizadas del conocimiento, -aunque, a diferencia de Europa industrial, Latinoamérica se ahorró una revolución industrial y urbana y se condujo sin transición al mundo del consumo- , no socavó, especialmente en los países pobres, a la medicina y la biología, instituciones que, por encima de muchas otras, controla, normativizan y eliminan “lo que no es apropiado” en su sentido anfibológico: lo que no es “adecuado, correcto, propio” y aquello de lo cual no nos apropiamos. Más aun, podríamos trazar un juego de sentidos entre “apropiado” que en la critica literaria de la antigüedad es llamado “to prépon” (en griego) o “decus” (en latín), y el género (binarismo sexual, pero también literario) como ficción narrativa: lo que no es apropiado refiere a aquellos modos de narrar que no se someten a las reglas de la correcta escritura literaria, de la correcta ficción. De este modo, además de normativizar todos los cuerpos, la medicina y la biología encontraron un buen campo de acción entre todas aquellas personas cuyos cuerpos eran, al parecer, diferentes, aunque, como nos recuerda Laqueur, nada hay más parecido a un ser humano, biológicamente hablando, que otro ser humano. Es entonces que cobra relevancia, el tema de las personas trans, que ha desvelado, a favor y en contra, a las feministas por sobre otros muchos otros problemas, pidiéndole al movimiento, lato sensu, que lo venga resolver, en especial a lo que hace a la exclusión de travestis y mujeres trans, feministas o no, de los espacios para “mujeres nacidas mujeres”, o como quieran llamarlo.

Sin embargo, estas feministas excluyentes y segregacionistas ponen en evidencia no sólo la reproducción del modelo de segregación racial/física/corporal/de clase/ et cetera, que ya el feminismo había tenido con sus mujeres negras, judías, pobres, latinas, lesbianas y todos los cruces que se puedan imaginar; sino también quiénes se hacen presentes cuando se dice “movimiento feminista”, quiénes se dicen mujer bajo tales prerrogativas. Por otra parte, bajo el lema trans, aparecen las personas que desean que la medicina (uno de los brazos armados del capitalismo) y la biología (el sistema simbólico de apoyo de ese brazo armado) les intervenga quirúrgicamente el cuerpo, a costos a veces bastante elevados, para adecuar lo que sienten (mente) a lo que son/parecen ser (cuerpo). Se presentan como personas que “optan” por una nueva identidad, no reconocida aún, y golpean a gritos poder entrar tanto al género como al sexo: poder decir, ahora si, luego de que los médicos las habiliten como mujeres. Sus cuerpos pierden en ese proceso quirúrgico de adaptación todo lo que había en ellos de disruptivo; la manipulación de esos cuerpos se vuelve similar al de una mujer que se somete a una cirugía estética para adecuar (se) a lo que el modelo imperante y hegemónico impone como deseable para su “sexo”. No son las mujeres transexuales las únicas a las cuales me refiero. También están ahí sus hermanitas huérfanas y pobres, las travesti (fenómeno muy sudamericano, como identidad propia), y lxs transgénero, cuerpos que no querrían ni adecuar ni adaptar nada a ningún sistema. Discriminadas, segregadas, apartadas de reuniones feministas, junto con otras tantas expresiones de género, se reproduce con las personas trans (travesti, transgéneros y transexuales) lo mismo que la sociedad capitalista hace con las mujeres, al admitir, en los planteos mas modernos, que esa exclusión se fundamente en el hecho de que son aprehendidas y construidas por esa mirada social que no deja de verlas como lo que “realmente son”, no mujeres “reales”. De más está decir, como ya explicamos anteriormente, la mirada social no es homogénea para todas las mujeres. Además, esto se aplica a muchas mujeres que nos negamos desde depilarnos, hasta usar tacos, hacernos la tintura, o vernos como pinups todo el tiempo, como también se aplica a los varones mismos que no se aprendieron bien su lección de cómo ser varones correctamente. Y mi pregunta es: ¿la única manera de ser es “ser ontologicamente”? La mirada social, los grupos doctrinales varios, los aparatos de socialización del sistema nos construyen y destruyen todo el tiempo. ¿Por qué usar esa misma lógica en el interior de un grupo de lucha? Ahora bien, ¿es éste realmente un grupo de lucha? ¿Podemos llamarnos así cuando muchas feministas siguen pensando que hay dignidad en el servicio doméstico y por ende tienen empleadas para realizar esas tareas que ellas no quieren ( o no pueden, dirán), todas o casi todas, en negro, precarizadas laboralmente?

Sin embargo, mi principal problema tiene que ver con el deseo de muchas feministas de querer llevar adelante una vida “normal”, obtener una buena calidad de vida. Así visto, el feminismo, y cualquier identidad de género que pudiera ser objeto de reivindicación dentro de dicho movimiento, carece de todo el planteo revulsivo. Veo aquí la trampa de los derechos civiles y de la ilusión de la inclusión por la inclusión misma de toda expresión de género en el movimiento social llamado feminismo, trampa que la democracia, el mejor sistema de boicot de lucha haya creado hasta hoy. Ya la famosa anarquista Emma Goldman a principio del siglo XX había advertido de los peligros de confundir el derecho a voto con el poder de decisión y emancipación física y mental. Lo hegemónico se viene apropiando de las expresiones de género subalternas haciendo que todo lo que tenía de incivilizado perezca al ser tomado, debatido y aceptado por el Estado y sus instituciones (mientras creemos que toda descentralización de poderes es democratizante, crecen, más que nunca antes, la acumulación de riqueza y el poder en pocas manos). Lo subalterno se convierte, entonces, en proyectos de legitimación política cooptados por el sistema capitalista. Y dado que las feministas en prácticas y pensamiento se articulan cada vez más hacia el totalitarismo de derecha y de izquierda, me es menester hacer ahora un par de aclaraciones:

1. hay intereses propios a las clases, del mismo modo que hay intereses propios a las expresiones de género. No todos los intereses son compatibles por haber compartido genitales, experiencias o cualquier otra cosa, del mismo modo que no todos son opuestos por no compartirlos.

2. se puede defender inconcientemente los intereses de una clase que no es la propia (falsa conciencia). Del mismo modo que hay obreros que creen que está bien que los medios de producción estén en manos del patrón, hay algunos que nacidos burgueses, abandonan sus privilegios de clase y luchan por otra cosa. Lo mismo se puede afirmar de las expresiones de género.

3. el patriarcado no es un grupo constituido de varones únicamente. Por ende, es diferente a una clase social conformada por el tipo de individuos que alberga en su seno. Sin burgueses, no hay burguesía (aunque persistan sus prácticas autoritarias). Sin varones, seguiría habiendo patriarcado. El hecho de que el patriarcado no pueda ser subsumido a una categoría de individuos con ciertas características univocas, especialmente socio-económicas, lo torna más difícil de abolir, particularmente con herramientas institucionales.

4. los distintos feminismos no siempre responden a las mismas propuestas políticas.

5. la revolución ya comenzó. Y el hecho de que no podamos hoy dar por tierra con todas aquellas instituciones históricas no significa que no podamos al menos intentar no vivir bajo su preceptiva.

Pero volvamos al tema de la normalidad; si el cuerpo es un objeto político, social y cultural y no una naturaleza pasiva gobernada por la cultura, el sexo emerge desde el género, y no es el género el que emerge desde el sexo anatómico; se trata de un complejo mecanismo, una tecnología que define al sujeto como masculino o femenino en un proceso de normalización y regulación orientado a producir el ser humano esperado, normal, para asignarle una función social. Por eso, la importancia de desestabilizar las normatividad de las formas hegemónicas de la identidad sexuada y la búsqueda de nuevas definiciones del sujeto. En ese sentido, ¿cuál sería el objeto de los derechos civiles, de que nos acepte la sociedad, de que nos deje convivir, cuál sería el sentido de iguales derechos? ¿Iguales a qué? ¿A quiénes? ¿Iguales para quién? Más aun, ¿el deseo es acaso real, individual, efectivo, y depende de los sujetos, o está mediado y normativizado por nuestra cultura? El deseo, y sus objetos, que indudablemente ha variado a lo largo de la historia, viene de la mano de un concepto aun más peligroso, la elección, o libre albedrío que en términos filosóficos habla de la garantía de los sujetos individuales de expresarse libremente en un mundo de posibilidades, el concepto liberal de “autonomía de los sujetos” (vaya oxímoron!). De allí que el problema no sería, en mi opinión, tanto quiénes pertenecen al movimiento llamado “feminismo” (en cuanto expresión de género), sino, qué piensan quienes quieren estar dentro de él, o quienes están efectivamente.

Foucault llama policía al orden de los cuerpos que hace que una actividad sea visible y que otra no, que una palabra sea entendida como perteneciente al discurso y otra al ruido. Opone este concepto, la política como actividad que desplaza a un cuerpo del sitio que le estaba asignado, hace ver lo que no tenía razón para ser visto. Pero qué hay más allá de los cuerpos rebeldes y de las identidades nómades, de la performatividad como panacea que pone en evidencia lo construido (y por ende lo modificable) de las identidades de género y de su relación con el sexo, aunque demuestran corporalmente que la identidad es ficticia, qué conciencia operante habita esos cuerpos y a que intereses de clase responden? Y a la inversa, de qué manera actúan su ideología quienes aparentan tenerla. Como señala Terry Eagleton “Gran parte del postmodernismo es políticamente opositor pero económicamente cómplice”. En el análisis de Foucault, las prohibiciones y reglas que refieren a los comportamientos sexuales, lejos de reprimir o inhibir la sexualidad, la produce, tal como la maquinaria industrial produce mercancías o bienes de consumo, y al hacerlo producen también relaciones sociales. Las tecnologías del sexo de nuestra sociedad son un conjunto de técnicas dispuestas para maximizar la vida en torno a figuras privilegiadas.

Por otro lado, y lamentablemente, todos los días comprobamos que la explotación no es el único requisito para generar una conciencia de lucha; del mismo modo la opresión de género tampoco alcanza para generar una conciencia de género revolucionaria que modifique radicalmente a la sociedad toda en su conjunto, que convierte este mundo, no en un mundo mejor, sino en otro mundo. De hecho, la construcción del género continúa en los aparatos ideológicos del Estado puesto que representa no tanto a un individuo sino una relación social, es decir, al individuo en una clase, que pre-existe al individuo y está fundada sobre la oposición de sexos biológicos. O sea, el género es la representación de una relación de pertenecía a una categoría y una clase que asigna una posición en el seno de su clase. De allí, que incluso en ciertas clases contra hegemónicas, haya expresiones de género hegemónicas y dominantes. La ideología representa la relación imaginaria de los individuos con las relaciones reales en las que viven y que gobiernan sus existencias. Aunque el género siempre pertenece a la esfera privada y nunca a lo superestructuras, como la ideología determinada por fuerzas económicas y relaciones de producción, habría que poder empezar a pensar la analogía con la ideología. Althusser afirma que toda ideología tiene la función de constituir individuos concretos en cuanto a sujetos. Por su parte, el género tiene la función de constituir individuos concretos en cuanto varones y mujeres. No podemos seguir desentendiéndonos del género como ideología burguesa del género cuando ha jugado un rol fundamental en la construcción histórica de la división capitalista del trabajo y en la reproducción de la fuerza de trabajo, pero así también en la división de tareas, en la opresión y exclusión y explotación. Esta es la prueba precisa del nexo entre ideología y relaciones de producción. De todas maneras, opresión no es exactamente lo mismo que explotación y aunque género y clase pueden ser analizadas de manera similar no producen ni los mismos efectos ni puede ser desarticuladas con las mismas herramientas. En todas las formas históricas de la sociedad patriarcal estatal, inclusive la socialista, operan simultáneamente un sistema de sexo/género y un sistema de relaciones productivas con el objeto de reproducir las estructuras socioeconómicas del dominio masculino de ese específico orden social. Del mismo modo que no podemos resolver o suprimir la incómoda condición del binarismo sexo/género asexuándolo o haciéndolo una mera metáfora, tampoco podremos resolver el lugar asignado a las diferentes expresiones de género resignado, ignorando y abstrayéndonos de las ideologías y hegemonías que responden y habitan esos cuerpos. Althusser designa con el término interpelación el proceso mediante el cual un individuo acepta, asimila y hace propia una representación social, y ésta se convierte para ese individuo en algo real. El sexo es a menudo entendido como un asunto privado, íntimo y natural aunque en realidad es totalmente construida por la cultura según los objetivos políticos de la clase social dominante. ¿Cuáles son los objetivos de la clase social dominante mientras siga existiendo estado, sea este liberal y burgués, o socialista?

Se me presenta como menester entonces hacer otras precisiones más:

1. el sexo y su sombra, el género, son ambas construcciones históricas, contingentes, que responden tanto a las condiciones objetivas de producción a las cuales están sometidas y de las cuales dependen, como así también a las condiciones subjetivas.

2. el nomadismo de identidad demuestra cuán mudables son ambas categorías, aunque mucho de este nomadismo, en algunas de sus formas, es cómplice y reproductor de la opresión/explotación.

3. la sexualidad no se desprende nunca de la expresión de género que los cuerpos ponga en acto.

4. la sexualidad es también histórica y contingente, y responde, en parte, a condiciones objetivas de producción, tanto como subjetivas.

5. la categoría mujer no es, per se, hegemónica. Baste recordar que el movimiento piquetero en Argentina comienza con una mujer, que Brukman, la primera fábrica recuperada, es de mujeres obreras textiles, y que en Zenón, la principal miembro del movimiento FaSinPat (fábricas sin patrón), sólo trabajan un 10% de mujeres.

6. no creo que haya masculinidades y feminidades; sino “lo varón” y “lo mujer”. Bajo la categoría “varón” se encuentra cualquier expresión de identidad patriarca, hegemónica, que busque el poder, la opresión de clase, de géneros de raza. Habrá entonces varones con vaginas pero con un arreglo estético que nuestro sistema llama “femenino” (Cristina de Kirchner), como así también varones con vagina más masculinos (Michelet, Condaleeza Rice).

7. así entendido, lo varón se convierte en símbolo de la opresión y la explotación, y nunca en manifestación física/biológica de nada.

8. Los géneros, de dónde emergen las narrativas sexuales, pueden sufrir y padecer falsa conciencia.

Parafraseando a de Lauretis, recordemos que toda relación y toda práctica es un lugar de cambio potencial y de reproducción simultáneamente. Es imposible liquidar el género/sexo como idea esencialista o como idea burguesa liberal sólo pensando que un día, no muy lejano, de algún modo impreciso, y “civilizado”, las mujeres tendremos una carrera, un apellido, una propiedad, hijos maridos y/o amantes de nuestra elección, todo sin alterar radicalmente las relaciones sociales existentes y las estructuras heterosexuales (patriarcales, burguesas, capitalistas) en que nuestra sociedad solidamente enclavadas. El patriarcado y su actitud, el sexismo, no es un fenómeno nuevo producido por el capitalismo, y aunque el liberalismo burgués se ha beneficiado de él más que ninguna otro sistema, no se resolverá solo por la toma del poder por parte de otra facción de signo opuesto, sino por la atomización hasta la aniquilación total de ese poder, encarnado mayormente en el estado y en todos sus aparatos, represivos y simbólicos y en la emancipación de las mentes y los cuerpos en diferentes grados oprimidos y explotados. En cambio, el estado, el sistema que administra y controla nuestras vidas, ya sin necesidad de elementos externos, con dispositivos de control penetrantes y naturalizantes, comprende bien precisamente la subordinación de lo mujer lo que ha dado lugar a la división de los trabajos y esferas que el capital desde luego acentúan. La postmodernidad como mero discurso reconstructivo de la muerte de la razón iluminista nos lleva a creer que las cosas sólo son modificables en términos de reconciliación, resarcimiento y reivindicación (tolerancia, respeto, derechos, ley). La postmodernidad como horizonte de expectativa deseable y deseante, como proyecto que socava el poder de la razón iluminista, desacraliza los géneros, y las esencias que se tornan conceptos huecos rellenados con nuestras necesidades de lucha concreta libertaria.